Dado que casi estamos tocando con la punta de los dedos la Navidad, cada vez son más repetidos los buenos deseos de disfrutar estas fechas en la mejor compañía y sobre todo con salud. Del mismo modo se suele preguntar aquello de con quién y dónde vas a pasar unas fechas tan señaladas.
Yo las voy a pasar en aquel lugar donde me permito el lujo de ser yo, sin filtros que disimulen mis fantasmas, sin maquillaje que cubra mis ojeras, sin tacones que realcen mi figura y martiricen mis pies, allí de donde vengo, allí donde deseo ir a contar una buena noticia, donde habita mi suerte, allí donde todo huele y sabe mejor, donde me siento a salvo, donde pido consejo y donde me derrumbo, allí donde vuelo a refugiarme cuando alguien me dispara, allí donde lloro y río en cantidades industriales. Allí donde sigo siendo la pequeña de cuatro hermanos. Allí donde soy yo, allí de donde soy yo. Allí donde vuelvo, quizá nunca me fui.
Las voy a pasar con mi gente, con quien me desea todo lo mejor. Con los míos, con quien comparto, con quien juego partidas eternas de Monopoly, con quien brindo por momentos en los que no falte nadie, que nadie me falte. Con quien se alegra de mis logros más que yo, con quien me quiere mucho y bien. Las pasaré con quien más disfruto esas sobremesas alargadas, sin prisa, sin relojes que mirar, con cafés compartidos, anécdotas que no se desgastan por más que se cuentan y con el ferviente deseo de que no sean las últimas.
Las pasaré en el mejor sitio y en la mejor compañía. Feliz Navidad.