José Fidel López

José Fidel López


La suspensión de la Feria

27/08/2020

Afrontamos el final del verano con la incertidumbre y el temor en el cuerpo que nos provoca a todos el coronavirus, que no se va ni con agua caliente de nuestras vidas. Son días tristes porque, tradicionalmente, llegadas estas fechas la ciudad comenzaba a respirar Feria. Los carruseles iniciaban su montaje, las casetas de la Cuerda levantaban sus estructuras, todo tipo de puestos se instalaban en el paseo de la Feria, y en el Recinto Ferial, como una especie de gran hormiguero, faltaban manos para poner a punto los numerosos expositores. Cuando esta maldita pandemia comenzó a azotarnos con fuerza nadie podía pensar que la ciudad se iba a quedar sin Feria. Imposible e increíble. Y no solamente por sus evidentes connotaciones festivas, familiares, sociales y económicas. No. Porque la Feria para los albacetenses supone el final de un año y el principio de otro. Los planes siempre se cerraban al pasar Feria, los nuevos empleos, las obras municipales, el curso escolar, la compra de un coche, las vacaciones... En fin, la vida. Pero este año nuestro calendario ha saltado por los aires, como la Feria, e independientemente de que nos perdamos alguna que otra comilona o cena junto con amigos y familiares, amén del baile de rigor con mojito en ristre, una tarde de toros o una noche de concierto. Que no haya Feria significa mucho más: hasta qué punto estamos indefensos ante un mal contra el que no tenemos armas para plantarle cara. Sólo la Guerra Civil pudo con nuestra Feria... ni siquiera el cólera, en forma de amenaza o de epidemia a finales del siglo XIX nos privó de los festejos. Toca apretar los dientes y que pase pronto.