Alejandro Ruiz

EL REPLICANTE

Alejandro Ruiz


La inteligencia del pollo

01/10/2020

Las consideraciones suscitadas sobre las posibles consecuencias  sustitutorias que ahora se abren, después de que la Sala Penal del Tribunal Supremo haya decidido confirmar por unanimidad la decisión de condenar al ‘president’ de la Generalidad, Quim Torra, a un año y medio de inhabilitación para cargo público por negarse a retirar los lazos amarillos de los edificios públicos en periodo electoral, me están recordando un capítulo de la serie televisiva ‘Los Simpson’, donde resulta que Homer Simpson se escaqueaba de su puesto de trabajo y dejaba en su lugar a un pollo que se dedicaba a picotear aleatoriamente las teclas del panel de control de la central nuclear de Springfield.
Trasladando esto a Cataluña, el pánico no deriva directamente por el hecho mismo de saber que un pollo esté controlando la central nuclear, sino por tener el pleno convencimiento de que la población estará más segura con el pollo que con el propio Homer Simpson en el panel de control. Si resulta que Artur Mas era el tonto de Pujol, que Puigdemont era el tonto de Mas, que Torra era el tonto de Puigdemont y Pere Aragonés parece que va a ser el tonto de Junquera, siguiendo esta decadente cadena sucesoria, al final probablemente nos encontremos con un pollo presidiendo la Generalidad de Cataluña. Y hasta es posible que también tengamos que inhabilitar al pollo, pues en contra de lo que se piensa, según Lori Marino, investigadora de Neurociencia y Comportamiento Biológico en la Universidad de Emory, normalmente minimizamos la inteligencia, la sensibilidad y la consciencia de cualquier animal que nos comemos, llegando a conclusiones sorprendentes sobre la inteligencia, las emociones y el comportamiento de los pollos.
A este paso, después del pollo podrán colocar un palo de mocho vestido con traje y corbata. Y después del mocho, si todo sigue igual, el puesto de ‘Molt Honorable’ podrá ser ocupado por una figurita del ‘caganer’. Yo creo que al ‘caganer’ no habrá necesidad de inhabilitarlo, aunque nunca se sabe, pues en esta deriva escatológica que acabo de plasmar, en el contexto de la exaltación de la defecación pública que representa el ‘caganer’, me faltaría hacer alusión a la tendencia coprófila del separatismo cuando se trata de sentimientos profundos y ancestrales basados en derechos identitarios de hondo arraigo de oligarquía medieval.
Con suerte, solo nos queda la esperanza de que ni al pollo, ni al mocho, ni a la figurita del ‘caganer’ haya que mantenerles el sueldo de más de 120.000 euros al año como expresidentes, ni la pensión vitalicia de 92.000 euros. Torra, pese a la inhabilitación, dispondrá de sueldo y pensión, además de una oficina con tres empleados, lo que nos sirve de constatación empírica del resultado del estudio de Lori Marino sobre la inteligencia del pollo.