Javier López

NUEVO SURCO

Javier López


El final del túnel

28/04/2021

Cuentan que en Israel todo es desde hace unos días una pura celebración, un Aleluya por una libertad recobrada tras la dura pandemia. Las calles están más llenas de lo habitual. La celebración de la inmunidad de rebaño se ha convertido en el motivo casi único de alegría, y después ya se verá. Lo que sucedió en Israel es una especie de anticipo de lo que esperamos que suceda aquí al final del verano, si se cumplen las previsiones. Si la vacuna se implementa con celeridad. La vacuna es hoy la única luz posible al final del túnel.
Lo cierto es que hemos demostrado capacidad de vacunación suficiente para que esa previsión se lleve a buen término siempre y cuando haya un suficiente. Se señala el otoño como el auténtico punto de inflexión, como si el caer de las hojas nos fuera a marcar el tiempo final de la pandemia, el final del túnel y la luz apetecida. Y después ya veremos. Porque son muchas las previsiones que se están haciendo ya sobre cómo será el futuro postcovid. Cambiarán cosas de nuestra vida más cotidiana.
Cambiará mucho el mundo laboral. El teletrabajo ha llegado para quedarse. Se impondrá como algo irreversible. Trabajar desde casa no es siempre una ventaja y hay empresas que lo aprovechan para tener al trabajador conectado durante todo el día. Está demostrado que en casa no se trabaja con menor intensidad y la regulación tendrá que evitar los abusos.
Cambiará la hostelería, uno de los sectores más golpeados, que hará uso común de medidas de higiene que durante la pandemia se han impuesto como el único salvoconducto posible para una cierta apertura. Eso será bueno. Está por ver cual es el futuro de nuestras barras de bar, sus posibilidades de sobrevivir tras la pandemia. Sería malo que comenzaran a decaer. Hay pequeños bares que las necesitan para sobrevivir, y son, además, una señal de identidad de  nuestro país. España se dirime al final en una buena barra de bar.
Cambiará la forma de prestar servicios básicos en la vida cotidiana. Los bancarios, por ejemplo, que han dado un paso triple hacia lo telemático. Cierran oficinas, aumentan las prejubilaciones y bajas incentivadas. Todo puede ser mucho más cómodo con operaciones a golpe de click desde nuestro móvil. Pero, ojo, porque hay personas mayores que se quedan desasistidas y pequeños pueblos sin una triste sucursal a menos de cincuenta kilómetros. El avance de la digitalización no ha hecho disminuir, más bien todo lo contrario, los abusos, por ejemplo en el cobro de comisiones sin ton ni son. La nueva época bancaria dejará un rastro de despidos sin precedentes que causan sonrojo analizándolo con frialdad.
Cambiará, y mucho, el comercio. Lo online se impone. A las grandes distribuidoras les sobran edificios, y necesitan potenciar su logística para la venta a distancia. El pequeño comercio será el que tengan que encontrar un lugar digno bajo el sol ante esta avalancha. Entre los pequeños, todo se tendrá que basar en la especialización, la creatividad y el buen gusto, buscando formas de cooperación entre iguales. Hay ciudades españolas (el casco antiguo de ciudades como Toledo) que no se entenderían sin los pequeños establecimientos como generadores no solamente de empleo y economía sino de vida y alegría.
Cambiarán las relaciones interpersonales. Está por ver cuanto tiempo nos costará retornar a los niveles de confianza anteriores a la crisis. En un país como el nuestro, tan acostumbrado al roce, se notará especialmente. Más de un año sin abrazos ni besos es demasiado tiempo como para que la normalidad pueda volver solamente porque a nivel gubernamental se establezca que nos podemos quitar la mascarilla. Será como un proceso de descongelación interesante.
Cambiará la política. A estas alturas es difícil determinar para el ciudadanos medio quien lo ha hecho bien y quien mal durante la pandemia. Se ha impuesto el relato sobre la realidad, de manera que “hagan lo que hagan los míos siempre lo harán bien”. Es una de las más tristes noticias que nos dejará la pandemia, y una política tan en modo populista no nos puede traer mucho que sea edificante. Será muy complicado volver construir sobre mimbres más asentados en el sentido común
Eso es lo que ya a día de hoy se puede vislumbrar cuando salgamos del túnel de la pandemia con la luz de la vacuna. Entonces habremos consumido más de un año de nuestra vida en ello,  un tiempo acelerado que provocará cambios que en circunstancias normales hubieran tardado en cuajar más de una década.