Elena Serrallé

Elena Serrallé


Salvemos a los niños

08/02/2023

A los niños no los toquéis. Son sagrados. 
Al otro lado de la mesa un señor o una señora rotos, destrozados, traicionados, ojerosos, agotados, perdidos, insomnes, devastados, tristes y hasta humillados, vacíos y desolados. Adultos.
Son niños y casi siempre subestimamos su inteligencia y, lo que es peor, sus emociones. Perciben una mirada cargada de reproches, una respuesta seca y desganada, un silencio que acuchilla sus almas menudas, un beso ausente y un abrazo que dio un portazo marchándose para no volver. Lo notan. Saben sobradamente que sus padres se han alejado y ellos quedaron en medio del océano, en una pequeña isla vulnerable. Soportan tormentas y vientos huracanados y se hacen un ovillo mientras suplican con palabras mudas, para no molestar, que cese el infierno en que se ha convertido su hogar. Desearían volverse invisibles y no presenciar esa guerra que enfrenta a quienes les regalaron la vida.
Sufren. Sufren cuando su madre desprestigia a su padre, cuando su padre insulta a su madre. Mientras, se torturan pensando que quizá papá y mamá ya no se quieren porque ellos no se portaron tan bien como debían. Lloran un llanto seco, que es el peor de los llantos. Lágrimas que no limpian, las que brotan cuando te sientes perdido.
No es necesario que sus oídos escuchen dardos envenenados acerca de su padre, o mensajes cargados de rencor contra su madre. Para ellos son sus referentes y los pilares de su existencia. No minéis su infancia, no plantéis la semilla del odio en ellos. Sed razonables. No les obliguéis a elegir, no hay acto más egoísta que obligar a elegir.

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