El remate, en el fútbol, es disparar a puerta con el objetivo de marcar gol y digo con el objetivo, porque no siempre se logra, ya sea porque el portero hace una parada o porque el balón va desviado. Que se lo digan a los delanteros del Real Madrid tras el partido de Champions League disputado el pasado miércoles, con más de 30 remates y solo dos goles logrados. 
El remate, en construcción, es un elemento para adornar la parte superior de una obra y, por extensión, se emplea también en otros muchos campos. Uno es el político, como sucede en la capital albacetense con las obras de peatonalización de la calle Ancha, inauguradas de forma oficial el 2 de septiembre, en la víspera de la Feria del reencuentro, pero sin estar concluidas, porque ahora el Consistorio afirma que están con los «remates». Espero que tengan más puntería que los delanteros blancos, porque no es la mejor imagen ver nuevos trabajos en una arteria tan importante de la capital unas semanas después de su inauguración.
A nivel nacional, el Ejecutivo de Pedro Sánchez ya tiene preparados los Presupuestos Generales del Estado para 2023 y, como a la calle Ancha, ahora le falta el remate, que no es otro que su paso por el Congreso para su aprobación y ahí, desgraciadamente para la mayoría de españoles, el remate lo realizarán las formaciones políticas nacionalistas, que son las que mantienen en La Moncloa al gran líder de los socialistas que, en este caso, me temo, será un portero con las manos blandas.