Domingo Henares

Domingo Henares


Más allá del silencio

23/05/2021

Alguien tenía que levantar el ánimo, cuando ya los españoles estaban hartos de soportar el estado de auténtica alarma que nos ha tenido presos de miedo, de los pies a la cabeza, por el coronavirus ambiente, pertinaz en sus estragos. Y así llegó la feria madrileña de San Isidro, tan consoladora, como un «viva la vida» en forma de olé que desde la bandera de una plaza de toros, en Vistalegre, corre por las gradas hasta la arena. Pues no hay canto a la belleza ni a las ganas de vivir, después de tanto silencio, como una tarde de toros, ese acontecimiento nacional que dijo Tierno Galván, alcalde de Madrid tan acertado. Con la mala fortuna, a un mismo tiempo, de la sangre derramada por Manuel Perera y Pablo Aguado, en lo que va de calendario. A cambio de esa grandeza de una media verónica de Morante, como el Cristo del mar de Galilea, cuando mandó que hubiera calma en la zozobra de unas barcas.
 Y, si un lector se escandaliza por este respeto a la tauromaquia, que levante su mano el primero que haya visto a un aficionado alegrarse cuando un toro sufre en la plaza, no más que otro animal en su lucha por la existencia. Como tampoco es correcto poner sentimientos humanos donde no los hay, como ocurre si alguien dice, valga por caso, que la mirada de un perro es consoladora. Ese mundo de conducta animal, tan inexpresivo decididamente.
 Niños de ahora, seguid creciendo en la libertad que supone un cartel de toros: la posibilidad de asistir al espectáculo, o de quedarse fuera. Cuando la vida y la muerte hacen juntas el paseíllo, con el mismo traje bordado del color de la sangre y de la arena.