Fernando Jáuregui

TRIBUNA LIBRE

Fernando Jáuregui

Escritor y periodista. Analista político


Periodista, progresista, corresponsable

26/11/2022

Hay quien se empeña en achacar a los medios de comunicación, a los periodistas, la culpa de todos los dislates que cometen nuestros políticos, nuestras instituciones, nuestros empresarios o hasta el seleccionador del equipo nacional de futbol, que ha pasado en horas de villano a héroe nacional.
El último dedo acusador, y me temo que no será la última vez, ha sido el de don Pablo Iglesias Turrión, ese aspirante frustrado a profesor de Comunicación y sedicente periodista crítico allí donde le prestan el micrófono. Ha acusado a "medios y periodistas progresistas" de ser "corresponsables" del delirio de una diputada ultra ejercido contra una ministra de Podemos personalmente relacionada con el señor Iglesias. Pero ni el exvicepresidente es el único ni, ya digo, se han acabado los ataques a los mensajeros, que, por otro lado, conviene que vayamos haciendo una reflexión autocrítica sobre el estado del panorama informativo.
Pienso que no es bueno que los periodistas escribamos sobre nosotros mismos, excepto cuando se trata de defendernos de ataques injustos y desmesurados o cuando se trate de ese ejercicio de reflexión sobre lo que estamos haciendo bien y lo que hacemos mal, que de ambas cosas hay bastante. Y probablemente, en estos momentos de crispación y tensión política máxima que vivimos, esté llegando la hora de reflexionar sobre el estado de la información, que es el bien más importante para el ser humano tras la vida y la integridad física.
Aunque sé que el señor Iglesias jamás me concedería tal titulación, me considero periodista, progresista y desde luego para nada corresponsable de las demasías dichas por una diputada de Vox contra Irene Montero. Si criticar la errática, caótica, dañina, marcha del ministerio que desempeña, es un decir, la señora Montero significa cooperar a las salidas de tono de una parlamentaria que se ha pasado ya varias veces de frenada, si criticar al Gobierno desde posiciones templadas de oposición es atentar contra la Constitución, si ser crítico, que es la esencia del periodismo, es poner en jaque al Sistema, mejor que apaguemos y nos vayamos gritando 'vivan las caenas' y adiós, democracia, adiós.
He de recordarles al aspirante a profesor de periodismo y a los candidatos a censores que existen en el Gobierno, en los partidos, en instituciones que más valdría que permaneciesen calladas, que ya Lord Northcliffe, a comienzos del siglo pasado, dijo aquello de que "noticia es todo aquello que alguien no quiere que se publique; lo demás es publicidad". Lo mismo diría yo sobre el análisis político o sobre los libros que publican los periodistas: libro es todo aquel volumen que alguien querría quitar de las librerías. Pero claro, de eso no sabe el ilustre profesor y no tan ilustre tertuliano 'morado'. Son ya demasiados los exabruptos del señor Iglesias contra los medios, a los que acusa, sin más, de corrupción, para que los que nos dedicamos a la honrosa y dura tarea de informar a la sociedad nos mantengamos callados por más tiempo.
Y es que uno, la verdad, tiene difícil el silencio cuando desde el Ejecutivo sugieren que los medios deberían estar obligados a incluir una sección cuyo titular sería, más o menos, 'el Gobierno informa'. Menos mal que la ministra portavoz, un dechado de simpatía y de despiste, ha dado marcha atrás. Cosa que nunca hace el señor Iglesias, que ya desde sus infaustos tiempos en la vicepresidencia del gobierno, y antes -al menos no engaña-, profirió duros y desinformados ataques sobre los medios privados, así, en general y sin distingos. Ya digo: de esto sabe poco, aunque presume mucho.
Sí, porque soy progresista y periodista, seguiré criticando la labor de la señora Montero (doña Irene) en un Ministerio para el que no está capacitada. Y seguiré criticando la pusilanimidad y pereza de la oposición para oponerse, valga la redundancia, a ciertos desmanes gubernamentales --y no solo gubernamentales--. Y, desde luego, no sofocaré mi risa ante salidas de tono como la del diputado de Vox, señor Sánchez del Real, sí, ese que dijo desde el atril, perdida toda compostura, que los 'comunistas fusilan a los comunistas' y puso su cuello para que se lo corten los 'rogelios', menudo espectáculo chusco dio. Como periodista que quiere ser progresista me opondré al blanqueamiento de alguien como doña Irene Montero simplemente porque una parlamentaria en un momento desquiciado y miserable dijese algo que aún me sonroja que pueda haber sido defendido por alguno de mis colegas.
Los periodistas, ya digo, tendremos nuestras culpas que lavar, y momento habrá para denunciar comportamientos sectarios -que los hay desde las dos orillas de las dos Españas--, silencios inaceptables y dejaciones de la máxima northcliffiana (¿se dice así?). Pero, desde luego, no puede aceptarse que nos califiquen como corresponsables de los errores que cometen quienes, desde el poder detentado (perdón de nuevo: ¿se acepta así?), jamás deberían okupar (¿así?) poltrona oficial alguna. A cada cual lo suyo: doña Irene Montero, debería abandonar el Gobierno y la diputada ultra, doña Carla Toscana, el escaño. Una lástima que ninguna de las dos cosas vaya a ocurrir, porque España empezaría a ser un país mejor.