Editorial

Estados Unidos y la UE entierran el hacha de guerra de los aranceles

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Una tregua de cuatro meses. Es el tiempo que se han dado el nuevo presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, y su homóloga de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en su primera conversación oficial tras la elección del mandatario norteamericano. Poco ha tardado Biden en desandar las políticas proteccionistas de Trump y lanzar un mensaje a sus principales socios al otro lado del Atlántico y al resto del mundo de sus intenciones de volver al foco del escenario internacional. Washington quiere, en estos tiempos de pandemia donde las restricciones son generalizadas, tender puentes de cooperación. Y Bruselas no puede considarse como un enemigo, como pretendía el anterior inquilino de la Casa Blanca.

En este armisticio comercial por la afrenta mutua de las ayudas públicas a Boeing y Airbus, España recupera oxígeno en uno de sus sectores más punteros en esta crisis económica, el agroalimentario. Productos como el queso, el aceite y el vino ganarán de nuevo el pulso a un mercado complicado y complejo como el estadounidense una vez que los aranceles desaparezcan. Las contramedidas que impuso Trump contra estos productos por el pleito aeronáutico frenaron en seco la conquista de un sector, sobre todo el vitivinícola, que había planificado con inversión, estrategia y marca competir con los grandes dominadores como Italia y Francia.

Como no podía ser de otra manera, los sectores damnificados han celebrado esta noticia que confían en que se convierta en definitiva, pues las caídas de hasta el nueve por ciento de las ventas en el actual contexto y siendo Estados Unidos el principal destino de las exportaciones españolas fuera de la UE, resultaba demasiado lesivo. Es por tanto la hora de que el gobierno de España vigile de cerca las negociaciones de Bruselas con la Casa Blanca para superar un cisma que dañaba no solo la economía de dos socios históricos, sino que agrandaba más la sensación de desconcierto en el mundo.

Estos cuatro meses es tiempo suficiente para que Agricultura y la Marca España redoblen la estrategia en el mercado estadounidense y, al mismo tiempo, compensen las pérdidas que desde hace más de año y medio ha padecido el sector agroalimentario, especialmente, los productos con sellos de calidad y de origen. Recuperada la normalidad en las relaciones exteriores de Estados Unidos, no estaría de más que Moncloa empezara a tender puentes por sí misma. Hay demasiado en juego en lugares Latinoamérica o en el Sáhara como para mirar a otro lado o dejar a Bruselas con el peso de las negociaciones.