Elena Serrallé

Elena Serrallé


A la mamá de Olivia y Anna

02/06/2021

Si la ves dile que no está sola, es importante que lo sepa. Dile también que la acompañamos en este mal sueño que le tenía preparado el destino y que, como ella, no perdemos la esperanza de un final feliz. Una madre siempre se merece un final feliz. Coméntale que compartimos su dolor inhumano y el desgarro de su alma arañada por el sinsentido. Hazle saber que tiene todo el derecho del mundo a romperse y que a veces es terapéutico, que no pasa nada, que tampoco pasa nada porque sienta que se le caiga la vida o que ya nada tiene sentido, que se permita derrumbarse, que llore la ausencia de sus hijas, que grite su rabia de mujer herida, que aflore el dolor de sus abrazos secuestrados y que se enfade, se enfade mucho frente a este callejón sin salida que la tiene bloqueada.
Pero cuéntale que después de todo eso sus niñas la necesitan fuerte y esperanzada, viva y paciente. Sólo el corazón de una madre puede enviar amor a ciegas, aun desconociendo el punto cardinal hacia el que disparar sus balas. 
Se las llevaron, y con ellas se llevaron su razón de ser, sus motores vitales, su alma, se llevaron también su sonrisa y sus ganas de abrir los ojos. Quien bien conoce a una madre es certero en el dardo que le lanza si lo dirige contra sus hijos. 
Anúnciale que estamos convencidos de que más pronto que tarde las va a recuperar, recuperando también el color en sus días y las bandas sonoras de sus voces menudas nombrándola y contándole que durante unos días vivieron la triste aventura de navegar sin su madre.