Eloy M. Cebrián

Eloy M. Cebrián


Spiriman

24/09/2021

De los primeros días de la pandemia me viene a la memoria un curioso personaje del que apenas he vuelto a saber desde entonces. Se trata de Jesús Candel, un médico granadino que se expresaba en términos muy vehementes, cuando no chabacanos. Recuerdo que, además de despotricar sobre las autoridades sanitarias andaluzas y su gestión de la epidemia, se refería al sars-cov-2 como «una mierdecilla de virus», y atribuía los estragos que estaba provocando a la ineptitud de los políticos más que a la peligrosidad del patógeno. Luego supe que el doctor Candel es conocido en las redes sociales por sus opiniones extremas y por insultar a todo bicho viviente desde su canal de YouTube, lo que le ha costado más de una querella por calumnias. De hecho, hasta el mismo coronavirus tendría motivos para querellarse contra él, ya que ha demostrado que se trata de un virus mucho más serio y letal de lo que el granadino afirmaba. Ahora siento cierta curiosidad al preguntarme lo que Spiriman (pues tal es su nombre de guerra en las redes sociales) estará diciendo sobre el volcán de La Palma, aunque el personaje me resulta tan irritante que no voy a acudir a internet para saciarla. Pero me lo imagino afirmando que el volcán en cuestión es un «volcancillo de mierda», apenas una espinilla en la epidermis de la madre Tierra, y no como el Vesubio o el Eyjafjallajökull, aquel volcán islandés cuya erupción interrumpió el tráfico aéreo en el noroeste de Europa. Supongo que para Spiriman los enormes daños no se deben al magma ni a la violencia de las placas tectónicas, sino a la incuria de los políticos, incluyendo a Pedro Sánchez, que ha estado por allí y ni siquiera ha tenido la decencia de arrojarse al cráter en sacrificio para aplacar la furia del volcán.