Fernando Fuentes

Fernando Fuentes


A suertes

14/07/2020

Nunca hemos tenido a la suerte de cara. Por eso, confiar la salud y el futuro de nuestras familias al azar, no parece la mejor opción. Frente a la pandemia hemos elegido el camino más rápido. Esto implica que tendremos que convivir con el virus hasta no se sabe cuándo. Otros escogieron acabar con él y parecen haber acertado. Huelga decir que la decisión era algo harto complicado. ¿Por qué es mejor? ¿Morir por el coronavirus o hacerlo de hambre? Y, claro, elegimos jugárnosla. Es posible que no hubiera otra. Entre susto y muerte, siempre mejor lo primero. Y, ahora, con un país sembrado de rebrotes por doquier, y en preocupante expansión por todos los puntos cardinales de la piel de toro, muchos españoles hemos elegido vivir. Así de sencillo. Sin miedo, pero con diligente precaución. Haciendo como que no sucede nada, o casi. Levantándonos temprano para ir a trabajar duro en pos de levantar una realidad comatosa, sin pensar ni un solo segundo en que, en cualquier momento, todo se podría volver a torcer. Y ya sería de forma definitiva. Posiblemente para siempre. Estamos construyendo castillos en el aire, «a pleno sol, con nubes de algodón. En un lugar, donde nunca nadie pudo llegar usando la razón», como rezaba la canción. Y es que ante tal situación no sirve tirar de lógica o de sentido común. Todo es tan irreal y extraño que las viejas recetas, y trucos, aquí no valen. La tozuda realidad -jamás lo fue tanto- nos obliga a seguir respirando, y repartir cartas, sabiendo que la infección -y la muerte- nos ronda. Rogamos a la vida que la suerte esta vez sí nos sonría y libre de dicha condena a ninguno de los que más queremos. Que toque en otra provincia, lejos de nuestra ciudad, que no sea en nuestra calle o vecindad. Y de nuevo el maestro Cortez, «cundió la alarma, se dictaron normas. No vaya a ser que fuera contagioso tratar de ser feliz de aquella forma». En fin, hagan juego señores. Y suerte para todos.