Con ocasión de la semana del Orgullo, a un amigo se le ha ocurrido elaborar una lista completa de las opciones sexuales disponibles hoy en día: nonosexual, polisexual, pansexual, asexual, heterosexual, bisexual, transexual, demisexual, antrosexual, queer, intersexual, pangénero, transgénero, poligénero, cisgénero, transformista, travesti, andrógino, androgynous, neutrois, berdache, neither, genderqueer, agénero, bigénero, género fluido, intergénero, multigénero... No estoy muy seguro de si todas ellas existen o de si algunas se las ha inventado. Lo que tengo claro es que, con tanta variedad y colorido, declararse gay, lesbiana o hetero es una vulgaridad equivalente a declararse funcionario, agnóstico o mediopensionista. Por ello ando buscando una identidad de género que me defina sin etiquetarme, y que a la vez me libre de ser una simple res en el gran rebaño de la moral burguesa. Tras consultar diversas fuentes, y atendiendo a mi edad provecta y a mis apetencias de los últimos tiempos, he llegado a la conclusión que solo encajo en el denostado grupo de los viejos verdes. Para su información, les diré que un viejo o vieja verde es una persona de edad avanzada que se excita (o medio excita) cuando contempla un cuerpo juvenil, en especial si se pasea ligero de ropa. No se confundan con los que miran a través de las verjas de los colegios e institutos, porque a esos se les llama de otra manera. A los viejos verdes se les ve mucho por las playas, siempre con gafas de sol para que no se note mucho hacia dónde están mirando. Y casi siempre reciben un bufido de desprecio cuando la persona joven los sorprende en devota contemplación. Solamente les pido tolerancia para esta opción sexual en la que parezco encajar mejor cada día, al igual que muchos de mis coetáneos. No digo que lo nuestro sea como para organizar una semana o un desfile, pero al menos somos inofensivos, es decir, procuramos no ofender a nadie.