Algún día contarás tu historia, la historia de cómo lo superaste, de cómo le ganaste el pulso al monstruo, la historia de tu jaque mate y ese día, querida mía, te convertirás en inspiración para alguien que entonces empiece el peregrinaje por su particular  calvario.
Algún día, seguro que pronto, alzarás la victoria y pegarás el portazo a la pesadilla, suspirando por todo lo sufrido, sobrevolando el infierno que te tocó atravesar y sintiéndote más viva que nunca.
Gritarás «lo conseguí».
Algún día te convencerás de que la feminidad no la otorga una melena al viento,  o un escote pronunciado, o un maquillaje espectacular, o unos tacones, sino  tu actitud ante la vida, tu sonrisa sin acotaciones, tu mirada con luz y tus ganas de exprimir los días.
Algún día, empaquetarás tus miedos, aquellos que se instalaron en tus días callados y tus noches lloradas, desterrarás los fantasmas que okuparon tu existencia y soltarás el lastre de los cuentos de terror y los futuros inciertos.
Hoy me visto de rosa para, sin palabras, decirte que cojo tu mano, que camino a tu lado, que empatizo contigo, que estás muy guapa con tu pañuelo pirata, que eres una gran mujer, que esa sonrisa te sienta fenomenal, que tú puedes, claro que puedes, que confíes en tu fuerza, que eres enorme, que estamos orgullosos de tenerte cerca y que lo estás haciendo muy bien.
Y también lo hago para exigir más presupuesto para investigar y avanzar en la lucha contra el cáncer de mama y todos los cánceres, porque en la investigación está la solución.