Ramón Bello Serrano

Ramón Bello Serrano


Cristóbal de Mora

13/02/2021

Los célebres versos que don Luis de Góngora dijo de don Cristóbal de Mora: «Hilaré tu memoria entre las gentes, / cantaré enmudeciendo ajenas famas, / y votaré a tu templo mi camino». Es un soneto extraordinario. Hilar la memoria de un hombre (no dejarla perder ni corromper) entre las gentes, de tal forma que el pueblo la vivifique y la alimente. Góngora convierte la memoria en hilo y trabaja la rueca retorciendo la fibra del ser de Cristóbal de Mora, ser que cose a las gentes y termina por recoser el poeta. Y para asegurarse de la resistencia de la memoria hilada se apresura al canto para enmudecer ajenas famas, pues presume que famas contrarias a don Cristóbal se resistirán al soneto -ni siquiera son contrarias, Góngora les niega categoría y alteridad, no les confiere beligerancia, las deja en fama, sí, pero ajenas al señorío de don Cristóbal, les hurta el crédito-. Góngora entregó el soneto en mano y como petición cortesana de favor o favores (pero toda la literatura es deudora de la corte) sin presentir quizá que su soneto valdría más que los trabajos del altísimo dignatario de Felipe II. Lo mejor del verso es su intención de presente (hilaré, cantaré y votaré) que a nada está condicionada y su final resulta insuperable, el último verso es toda una monarquía: cosida que es la memoria al pueblo y defendida de otras famas, es ahora el tiempo de acompasarse en el vivir propio en la iglesia singular de don Cristóbal -hay en la poética de Góngora cierto paganismo que ha de curar el peregrino-. El soneto ensalza el valor militar y aquilata al hombre de estado -si pides has de mostrar a la corte el poder de don Cristóbal de Mora- para culminar en una prédica moral: resguardada la memoria e interpretada por la autoridad del oferente, el camino es un renacimiento personal y llega hasta el extremo del sacrificio último del peregrino -el poeta que dejará remanecer su verso tan de presente (hilaré, cantaré y votaré) incluso a costa de su vivir -pues eso es la escritura, tiene su coste, no sólo la migaja del poder, es la creación, de suyo traumática y pagana, lo nuevo orilla lo viejo, la fama buena aparta la ajena-. Qué gran soneto. Él sólo una monarquía.