En mi época de estudiante de Bachillerato, entre los múltiples planes de estudios que arrastramos desde hace décadas, entre las clásicas opciones de letras y ciencias teníamos la mixta y yo, no sé si por ‘catacaldero’ o porque dentro de mi pasión por las letras no me disgustaban los números, elegí esa opción y en COU estudié dos optativas tan dispares como Matemáticas 2 -decían que esas eran para tontos- y Griego. 
No me fue mal en ninguna de ellas y una de las cosas que aprendí en los años de estudio de Matemáticas es que un problema tiene una solución, puede tener varios caminos para llegar al punto final, pero sólo hay un resultado. No sé qué tipo de estudiantes de Matemáticas eran nuestros dirigentes políticos, pero sí sé que con la pandemia siguen empecinados en buscar 17 soluciones, tantas como comunidades tiene el país, a la cuestión del coronavirus. El último problema por resolver es el de la Semana Santa, porque unos quieren abrir fronteras y otros no, algo que si se lleva a efecto servirá para obtener una puntuación de suspenso, con el añadido de que no será una nota en la hoja de calificaciones, sino provocar nuevamente un aumento de nuevos casos y de fallecidos por Covid-19.
Hemos hecho un esfuerzo grande, estamos cansados y no hay que criminalizar a los ciudadanos, pero ahora que estamos tan cerca del final no podemos bajar la guardia, que ahí tenemos el resultado de las medidas menos restrictivas durante la pasada Navidad, aunque ya conocen ustedes el dicho que reza que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra.