Elena Serrallé

Elena Serrallé


Los tenistas blandengues

28/09/2022

A veces pasa, momentos que son captados por una cámara y quedan congelados para siempre. Es lo que ha ocurrido con la archiconocida imagen de Federer y Nadal llorando rotos de emoción con las manos cogidas. Dos gigantes, dos campeones, dos referentes deportivos, dos estrellas del tenis de máximo nivel, brutalmente emocionados, mostrando su alma, sin filtros, sin escondites, vulnerables, humanos. 
Menuda lección de amistad, de respeto, de humildad y de admiración recíproca. Hoy el mundo entero se conmueve con esta imagen y la aplaude, como aplaudió cada una de sus victorias, que son unas cuantas.
Viniendo de ellos supone un ejemplo claro de que no está mal que los hombres lloren, que es curativo, que es terapéutico, hasta atractivo. Es cercano, es aconsejable y hasta bello. Es bueno. Es masculino. Ejemplo también de deportividad, de discreción, de sacrificio, y de ternuna... sí, de ternura.
Y yo no puedo apartar de mi cabeza el video, que también tuvo su tirón, en el que El Fary, (que es paz descanse), arremete contra el hombre blandengue en medio de una entrevista que le hicieron en su mejor momento profesional. 
Manifestaba abiertamente que detestaba al hombre blandengue, ese que pasea con la bolsa de la compra o empuja un carrito. Obviamente, las imágenes hay que contextualizarlas por aquello de que entonces no llamaron la atención esas declaraciones que ahora nos parecen tan primitivas.
¿Y qué pensaría sin levantara la cabeza y contemplara la imagen de los tenistas? Supongo que infartaría. 

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