Pese a los esfuerzos de los enemigos del toreo, incapaces de frenar una afición ancestral entre los españoles, trasladada a Portugal, al sur y al mediodía de Francia y a más de ocho países americanos, este año se han adelantado los carteles de Madrid, Sevilla, Valencia y Castellón, por poner cuatro ejemplos de gran fuerza del comienzo de la temporada. Y ello, pese a las rabotadas de los políticos antitaurinos de siempre, que lo único que tratan con su inquina a la Fiesta más nacional de todas las fiestas, es distraer la atención de los españoles sobre sus incapacidades para tomar las decisiones necesarias para que este país salga del marasmo económico, político y social que lo atenaza.
Parece curioso que en estos momentos de diatribas antitaurinas, casi la flor y nata de la cartelería de la temporada se esté haciendo pública con más antelación y premura que en otros años de mayor bonanza política y social. Pero precisamente esa circunstancia habla mucho de la facultad de reacción del ámbito taurino frente a sus enemigos, que tal parece que lo fueran sólo para tapar sus vergüenzas. Para ser claros, se trata de un puñado de vivaqueadores que sólo buscan en la política su acomodo económico y satisfacer su afán de poder frente a sus adversarios políticos.
Incluso en la vecina Francia, donde también se da un fenómeno parecido, se ha tratado de prohibir los espectáculos taurinos, y a los antitaurinos les han saltado por los aires, como un castillo de naipes, sus garrulos argumentos, pues los organismos políticos responsables han tascado el freno y han acabado con sus rebuscadas razones prohibicionistas, considerando que la Fiesta de los Toros forma también parte del acervo cultural de buena parte del país galo. Y como consecuencia: La Fiesta sigue…