Ramón Bello Serrano

Ramón Bello Serrano


Greta

12/11/2022

Las democracias liberales suelen padecer a gente como Greta. Recientemente en el Prado dos activistas se han pegado a Las Majas de Goya. Y estas gamberradas vienen padeciéndolas otros museos del mundo -naturalmente sitos en lugares donde hay libertad de comercio, culto y opinión. En general este activismo prolifera cuando se adivinan tiempos recios -las guerras y los altos precios de los alimentos- y se adivina un invierno de alta pobreza energética. Los gamberros se caracterizan por su debilidad: son incapaces de abanderar soluciones en tiempos difíciles; nada capaces para alegrarnos un poco en horas de tribulación; en general no hacen nada, pero son ofensivos en sus destartaladas manifestaciones. Tenemos el alto ejemplo de Greta Thumberg, de la que ya nadie se acuerda, y que se permitía abroncar a los líderes mundiales que, acobardados, ponían la otra mejilla -naturalmente Greta culpa al capitalismo, que es siempre el dardo burdo dirigido a nuestras democracias liberales. Pero tanto la Thumberg como las activistas de pega incurren en ilícito moral: quienes atacan a Goya nos coaccionan de manera continuada y anuncian más gamberradas para «alertar sobre la subida de temperatura mundial que provocará un clima inestable y graves consecuencias en todo el planeta». Pegarse a Las Majas de Goya presupone que nuestros votos y nuestras instituciones son menos rigurosas que la fiebre y calentura de las activistas -y esa falta de rigor nos alerta de los ataques al arte y nos hace reos de la coacción. Y lo que es peor: nos distrae de lo decisivo y capital de nuestros días; la defensa de nuestro ordenamiento libre frente a los ataques que nos hacen más pobres. Uno puede ir, alegre y contento, por libre, con la familia o acompañado de Eugeni d'Ors, para recordar al propietario Godoy -dice poco en sus Memorias, quizá porque fuera Pepita Tudó la modelo- o el celo del Tribunal de la Inquisición. Uno puede ir de cualquier modo, qué sé yo, para curarse la resaca del sábado, pasear la sala, tomarse un respiro del tráfago cotidiano, lo que fuere. Y en vez de Las Majas soportar la gamberrada de dos chicas, pegadas al cuadro, deseosas de ser Greta Thumberg, abroncándonos y muy descaradas, óbolo de nuestro pacífico vivir.

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