¿Cómo le convenció la directiva para que asumiese la dirección del Orfeón de la Mancha?

Bueno, ellos establecieron una serie de entrevistas con los candidatos y creo que desde el primer momento se estableció una buena relación. Vi que tenían una forma de trabajar muy interesante, con una junta directiva con ganas de crecer, de ampliar la historia del Orfeón, y sobre todo de respetar esa misma historia. 

No es ese carácter mesiánico, de querer cambiarlo todo y empezar de cero, al contrario, son muy conscientes de que están inmersos en la celebración del 45 aniversario y querían reinvindicar esa historia y, a la vez, sembrar de cara al futuro. Me convencieron esas raíces y esas miras hacia el futuro. 

En Albacete las posibilidades de dirigir orquesta son más escasas, pero la tradición coral es, cuanto menos, significativa. 

Albacete es una ciudad muy interesante y con una línea claramente ascendente en cuanto a actividad musical profesional se refiere, porque tiene dos conservatorios de Grado Profesional, uno Superior, de Castilla-La Mancha, que está centralizado aquí, por eso la actividad musical de nivel profesional crece y hay muchas posibilidad de dirigir y evidentemente, la tradición coral que tiene el Orfeón de la Mancha y que se ha ido extendiendo, es muy importante. 

También estamos en el epicentro del movimiento bandístico, eso también enriquece mucho. 

¿Le gusta más la dirección de banda u orquesta?

No tengo preferencias, la verdad. Mi formación inicial, como valenciano, se dio en el mundo de las bandas, y tengo muchos vínculos emocionales, pero mi contacto primero con la dirección fue a través de la orquesta y no tengo preferencias. 

Llegué a Albacete por el reclamo del Conservatorio Superior, una apuesta muy inteligente, porque además es el único centro superior que ofrece la especialidad específica de dirección de banda. Curso tercero de Dirección de banda y segundo de Composición. 

Se encontró con un coro formado. 

Así es, creo que es una entidad muy coherente y seria, con una directiva muy eficaz. No conocía ningún coro aficionado que funcionase de esa manera, incluso parte de su presupuesto lo dedica a perfeccionar el canto, con clases con especialistas. Los integrantes tienen un repertorio sólido, bien trabajado, lo que les permite recuperar repertorio de forma rápida, tienen muchos recursos. 

Pero todo director, imagino, deja su impronta, su huella. 

Un director siempre acaba estableciendo su impronta, pero de todas formas tengo claro que valoro el peso de la tradición, es el tópico, ahora en desuso del enano a hombros del gigante. El gigante es la tradición, lo que han hecho todas las personas que nos han precedido en los 45 años de trayectoria, con sus directores y sus integrantes. Nosotros somos como el enanito que puede llegar más algo que el gigante, precisamente porque está sobre sus hombros, respaldado por esa tradición. Evidentemente, me gustaría dejar mi huella, pero también entroncarme en la historia del Orfeón de la Mancha. 

¿Qué planes tiene preparados en cuanto al repertorio?

Pues podemos hablar de un repertorio establecido de 1.000 años, porque los mejores músicos de la historia compusieron para coro y esa riqueza no la tiene otra formación. Ahora estamos trabajando un ciclo de un compositor norteamericano del siglo XX, pero la voz humana es un medio sonoro y musical tan expresivo, que todo tiene cabida. 

¿Algún gran proyecto?

Seguro, el Orfeón de la Mancha celebrará su 45 aniversario con la Banda Sinfónica Municipal y la interpretación de The Armed Man, L’homme armé, de Karl Jenkins, una misa cantata del compositor galés, que lleva como subtítulo Misa para la paz. Será el 15 de noviembre en un concierto extraordinario en el Auditorio Municipal, con una obra que combina partes de un ordinario de misa con otra serie de músicas. No debe perdérselo el público, porque será algo único.

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