Las otras víctimas de la pandemia

Agencias-SPC
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El coronavirus que azota España se lleva por delante celebraciones multitudinarias como los carnavales, las Fallas y la Semana Santa

Imagen de la ‘cremá’ del 2020, en la que la figura principal de la falla valenciana incorporó una mascarilla. - Foto: AYUNTAMIENTO DE VALENCIA

La noticia, por esperada, dolió igual: no habrá palios en la calle en la Semana Santa de Sevilla. Ni tronos en Málaga. Dos de las ciudades con procesiones -estaciones de penitencia lo llaman allí- más multitudinarias de España ya han anunciado que, por segundo año consecutivo, su patrimonio religioso no saldrá de sus templos en unos días tan especiales para ellos. Mientras, en Valencia, la noticia aún no se ha hecho oficial, pero los ciudadanos dan por perdida su fiesta más grande: las Fallas. Será, como en el caso de la Semana Santa, el segundo año. Solo en el Guerra Civil el fuego no se hizo amo y señor de las calles valencianas al llegar el 19 de marzo.

Los carnavaleros sí tuvieron la suerte de disfrutar de sus jornadas más esperadas en 2020. Era febrero y aún no había estallado -o no con la fuerza suficiente- la pandemia en España ni, por tanto, se había decretado el estado de alarma, el mismo que encerró a los españoles en sus casas el 14 de marzo de 2020. 

Ahora, localidades como Tenerife, las Palmas de Gran Canaria y Águilas (Murcia) o Cádiz saben desde hace semanas que tendrán que esperar un año más para vivir en las calles sus jornadas festivas de forma segura. No habrá pasacalles ni desfiles ni chirigotas en los tres carnavales declarados de interés turístico internacional en el país: Tenerife, Cádiz y Águilas. 

Para sobrellevar el duelo, en Canarias seguirán manteniendo la ilusión a través de actividades virtuales como, por ejemplo, la elección del cartel oficial o de la mejor orquesta ya que, en palabras del alcalde de Santa Cruz de Tenerife, José Manuel Bermúdez, este tipo de acciones servirá para mantener la festividad «en la retina de nuestra gente» y para «enfocar todas nuestras ganas en el año 2022».

En Águilas, la decisión de anular las celebraciones fue consensuada entre el Ayuntamiento y la Federación de Peñas del Carnaval, el alma de estas fiestas, que explicaron que, más allá de las aglomeraciones que cada año se juntan en la calle, necesitan un contacto estrecho entre los componentes de las peñas durante todo el año para diseñar los disfraces y ensayar los bailes.

 

«Una terapia social»

Cádiz, por su parte, se resigna a vivir un año sin su Carnaval, sin la «terapia social», como la define José Luis García Cossío, Selu, uno de los más célebres chirigoteros, que supone esta fiesta y su ácida y humorística forma de leer y entender las aristas de la vida, y sin el oxígeno económico que su celebración supone para la ciudad. «Es un palo inconmensurable, muy difícil de superar», asegura el presidente de los hosteleros de la provincia, Antonio de María.

La suspensión de estas celebraciones en la Tacita de Plata no tiene muchos antecedentes: no se celebró en 1919 por la gripe española y la huelga general de ese año, pero se permitieron algunos bailes de máscaras. Y, tras su prohibición en 1937, Cádiz fue de las primeras ciudades en recuperar el Carnaval, aunque bajo el discreto nombre de Fiestas Típicas Gaditanas. El Concurso Oficial de Agrupaciones Carnavalescas (COAC) no se detuvo ni la tarde-noche el 23 de febrero de 1981 durante el intento de golpe de Estado. Ese día había sesión en el Teatro Falla y se celebró, con miedo, pero las ganas de siempre.

La ausencia se paliará, en parte, con unas galas carnavaleras con aforo reducido que tendrá como escenario, precisamente, el Falla, el Templo de los ladrillitos coloraos, como lo llaman allí. Sin embargo, la medida del Ayuntamiento no ha contado con el visto bueno de las agrupaciones, algunas de las cuales han renunciado a la invitación para participar, ya que no pueden garantizar la seguridad de sus integrantes en los ensayos, más allá de que no quieren presentarse en su casa sin el nivel exigido.

 

Tristeza en Sevilla

Y de Cádiz a Sevilla donde por segundo año consecutivo no habrá procesiones en Semana Santa. Pero la pena para -y el negativo impacto económico- para los hispalenses no acaba ahí: tampoco habrá Feria de Abril. Así lo anunciaba el alcalde de la capital, Juan Espadas, a mediados de diciembre. Al juicio del regidor sevillano no se dan las condiciones adecuadas para esta celebración, por lo que el Ayuntamiento se está reuniendo con los sectores más afectados económicamente por esta suspensión para analizar «cómo establecer medidas que puedan servir de apoyo».

En Málaga, sin embargo, confían en salvar su Feria de agosto, ya que al igual que en Sevilla, los tronos de su Semana Santa, con alguno tan emblemático como el del Cristo de la Buena Muerte, que procesiona acompañado por los legionarios, no saldrán a la calle tampoco este año. Su obispo, Jesús Catalá, decretó la semana pasada la suspensión de las procesiones y todas las celebraciones en la vía pública en la Semana Santa debido al alza de contagios por el virus, y ante la necesidad de evitar actos que supongan la concentración y movilidad de grandes grupos de personas.

El consejero de Interior de la Junta de Andalucía, Elías Bendodo, afirmó el viernes pasado que, si bien este 2021 no se celebrará una Semana Santa «como la de hace dos años», tampoco será «como en 2020, en el que no hubo nada». Y es que varias ciudades preparan ya actos más modestos que mantengan viva la ilusión. Algo que también se quiere hacer en Castilla y León, la autonomía con más celebraciones de Semana Santa declaradas de interés nacional.

Las fiestas que se celebran a partir del verano, mientras, se aferran a la esperanza de la vacuna para recuperar su hueco en el calendario. Y volver a llenar las calles.