Jorge Kent triunfa en Madrid

Emilio Martínez
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El actor albacetense actuará en febrero en el Teatro Circo como protagonista en una obra de Rakel Camacho

El actor albacetense Jorge Kent.

Está siendo la sensación de la cartelera madrileña desde su estreno en los dos aspectos en que se puede medir: taquilla -con llenos a diario siempre cumpliendo con el protocolo anti pandemia- y crítica -en la que han coincidido todos los firmantes, incluyendo el trabajo de Jorge Kent-. Claro que como piensa uno de los protagonistas de este magnífico Macbeth, el propio actor albaceteño, era relativamente fácil de predecir por el valor del texto shakesperiano y la versión de Gerardo Vera, tristemente fallecido el pasado septiembre. «Todo un lujo y una experiencia maravillosa, además, tener como compañero de reparto a Carlos Hipólito», añade Kent, quien, eso sí, lamenta que dentro de la gira cuando acaben las representaciones en el Teatro María Guerrero, una vez más no aparezca entre las ciudades a visitar Albacete y «su maravilloso Teatro Circo».

El paisano, con un recuerdo emocionadísimo a Gerardo Vera que por dos meses no pudo ver representar la obra, cuenta que el polifacético hombre de teatro, con el que coincidió en el anterior trabajo de El idiota, de Fiódor Dostoyevski -igualmente con una excepcional labor en su papel-, le contactó hace poco más de un año para ofrecerle lo que entonces sólo era un proyecto. «Naturalmente, le dije que sí desde el primer momento». 

Después de los obligatorios 45 días de ensayo, este nuevo Macbeth, que produce el Centro Dramático Nacional, codirigido por Alfredo Sanzol, versionado de forma fiel y moderna por José Luis Collado, con mega-escenografía de Alejandro Andújar, iluminación de Juan Gómez-Cornejo, música de Alberto Granados y videoescena de Álvaro Luna se subió a las tablas del María Guerrero a primeros de diciembre, donde podrá disfrutarse hasta el próximo domingo.

Con otro de los grandes del género dramático, Alfredo Sanzol, retomando la idea de Vera, nuestro paisano empezó a meterse en el papel de Banquo, el general del rey Duncan, bordando la interpretación que ha recibido, entre otros calificativos de la crítica dirigidos hacia él los calificativos de «extraordinario, enorme y estremecedor». Como es lógico no ha sido nada fácil, aunque Jorge se quita méritos: «Las dinámicas de trabajo de Sanzol y su manera de dirigirnos, nos lleva fácilmente a encontrar esos puntos comunes con el personaje y a encarnarlos desde un lugar muy personal que hace que cada día sea un viaje totalmente diferente al anterior». 

Lo que no sabe, ni se pronuncia al respecto, es si Banquo tiene algo en común con él, porque no se considera el más apropiado: «Eso debería decirlo la gente que me conozca y vea mi interpretación». Aunque finalmente reflexiona en el sentido de que todos sus personajes se parecen «en algo» a él. E incluso concede que seguro que en sus interpretaciones, como en su existencia particular, está impregnada su tierra: «Soy albaceteño y eso va con uno toda la vida».

Tampoco tiene claro si en su larga trayectoria teatral -en la que casi ha perdido la cuenta de las obras que ha representado, y que de contar aquí ocuparía todo el espacio de esta información- este general es el más difícil a la hora de darle vida en el escenario. «No sabría clasificar personajes en difíciles o fáciles, todos tiene sus lugares bellos y complicados donde merece la pena aferrarse para vivirlos de una manera más personal», sostiene el albaceteño. 

Incluso evita pronunciarse sobre la habitual cuestión, que es una tan obligada como inevitable pregunta a todos los actores, de si es más o menos complicado hacer tragedia o comedia. Y echa mano del humor albaceteño para responderla: «Lo más difícil es contestar a la pregunta, ja, ja. La verdad es que a mí me fascinan las dos y me parece que hay que afrontarlas con el mismo nivel de responsabilidad e implicación». Ese mismo doblete responsable e implicado que le ha valido, una vez más, ahora con el texto de Shakespeare, para que la crítica se haya volcado en alabanzas. 

A diferencia de otros colegas, que se ocupan y preocupan mucho, en algunos casos quizás demasiado, por lo que se publique de sus trabajos en los escenarios, a Jorge le influyen menos. «Suelo leerlas», afirma antes de aconsejar que realmente se debe pasar de ellas lo máximo posible: «Las críticas no son más que la opinión de una persona en un momento puntual, tanto para bien como para mal». 

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