«El humor es lo único que hace la vida soportable»

A.D.
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Luis Piedrahita presenta hoy, a las 20 horas, en el Teatro de la Paz, su último espectáculo, Es mi palabra contra la mía.

Luis Piedrahita presenta hoy, a las 20 horas, en el Teatro de la Paz, su último espectáculo. - Foto: DIEGO MARTÍNEZ

Luis Piedrahita presenta hoy, a las 20 horas, en el Teatro de la Paz, su último espectáculo, Es mi palabra contra la mía. El artista comentó a La Tribuna de Albacete las singularidades de este nuevo monólogo.

¿Por qué cree que nadie está contento con lo que le ha tocado?, aunque hay gente a la que le ha tocado el premio en el reparto…

El ser humano trae de serie el gen del descontento. La evolución ha querido que la insatisfacción esté siempre ahí ya que es el único motor que nos mueve a cambiar las cosas. Un día hay alguien que no está contento con el hecho de subir escaleras e inventa el ascensor. El día que estemos a gusto con todo nos extinguiremos. El problema es que una vida así, a disgusto todo el rato, se hace cuesta arriba. Y solo hay una cosa que hace el camino llevadero, el humor. Aprender a reírnos de nuestras miserias y verlas con distancia, dándoles la importancia que realmente tienen, es lo único que nos puede salvar. De eso habla Es mi palabra contra la mía, de cómo el humor es lo único que hace la vida soportable.

¿Cree que todos lidian en su día a día con aspectos vitales absurdos?

Sí. Localizar esas pequeñas miserias cotidianas de nuestro día a día y desactivarlas a golpe de risas es la clave para ser un poquito más feliz. 

¿Cómo son esas reflexiones en Es mi palabra contra la mía?

De mucha risa. Es el monólogo más divertido que he escrito hasta hoy. El show busca dar respuesta a la pregunta de ¿por qué nadie está contento con lo que le ha tocado? y habla de todo aquello con lo que no estamos contentos. Sin embargo, es el espectáculo más optimista que he escrito nunca. Es un espectáculo de humor que habla del humor. Sea lo que sea lo que se nos venga encima, el humor siempre hace la vida soportable. Creo que hoy este mensaje y este espectáculo tienen más sentido y más fuerza que nunca. 

¿Por qué esos juegos de palabras en sus monólogos?

Los juegos de palabras son, simplemente, una herramienta más de todas las que puede disponer un humorista. Cierto que es una herramienta a la que he acudido mucho a lo largo de mi carrera. Me sale así. El lenguaje es el gran invento del ser humano. Me encanta jugar con él porque es un juguete irrompible. Me encanta retorcerle el pescuezo a las palabras, saltar sobre ellas y darles la vuelta, de dentro a fuera, como si fueran calcetines. 

¿Por qué cree que este es su mejor monólogo?

Es un monólogo de humor tremendamente optimista que habla del desencanto. Está mal que yo lo diga pero es el más divertido, actual y necesario que he escrito hasta ahora. No exagero, de verdad. 

Lo escribí antes de la pandemia, después vino el parón y cuando regresé a los escenarios creí que iba a tener que reescribir mucho para adaptarlo a la nueva realidad. Pues no fue así. El espectáculo habla de todo aquello con lo que no estamos contentos y, sin hablar de la pandemia, parece hecho a medida. No exagero, es un show reparador y necesario. De hecho, podríamos decir que uno sale del teatro vacunado, pero eso sí sería exagerar. 

¿Es más complicado hacer un guión o un monólogo o son dos aspectos de un mismo trabajo?

Un monólogo también tiene guión. En mi caso, que no sé bailar, ni cantar, ni imitar, ni disfrazarme... en mis monólogos sólo hay guión. En mi caso hacer un monólogo es lo mismo que hacer un guión. 

¿Siempre humor blanco?

Casi siempre. Es cierto que no suelo hacer humor político o crítica explícita de la sociedad. Hay muchos compañeros que lo hacen y que además lo hacen muy bien. Si yo lo hiciera sería como abrir otra tienda de suvenires en la Plaza Mayor. Mi humor no es beligerante. Mi crítica es indirecta. Me explico. Hay dos maneras de moverse por la vida: una es construyendo lo que nos gusta y la otra es destruyendo lo que no nos gusta. Ambas son legítimas y necesarias. Yo soy partidario de construir artísticamente el mundo que deseo. Prefiero eso antes que destruir aquello a lo que me opongo. Me gusta entender el humor como un arma de construcción masiva. 

Monólogos, magia, cine, literatura, ¿dónde se siente más cómodo?

La magia, el humor, el cine… siempre han sido mis pasiones. Me considero afortunado de poder dedicarme a cada una de ellas. Pertenezco a ese afortunado grupo de personas que disfrutan haciendo lo que hacen. ¿Cómo se hace? Dedicándole mucho tiempo y cruzando los dedos para poder seguir haciéndolo. Afortunadamente, por ahora no hay que elegir. 

Por cierto, ¿un programa como El Hormiguero cambia todo para un artista?

Trabajar en El Hormiguero es la cosa más alucinante que te puedas imaginar. Yo he estado ahí desde el primer día y te digo que no hay nada así en el mundo. Te cuento algo que me pasa a menudo: yo trabajo bastante en EEUU y cada vez que muestro mis intervenciones en El Hormiguero se quedan todos con la boca abierta. Nadie entiende como podemos hacer esas locuras de efectos ópticos. Luego, cuando les digo que es un programa diario, empiezan a convulsionar. Después les digo que no solo es diario sino que es en directo y les explota la cabeza. Y cuando les digo que mi sección no es, ni de lejos, lo más complicado del programa, sus cuerpecillos convulsos y sin cabeza, se desmaterializan y se evaporan. En ningún lugar del mundo se hace un programa como El Hormiguero. Ver trabajar a los equipos de realización, dirección, atrezzo y producción… ¡es alucinante!