Ramón Bello Serrano

Ramón Bello Serrano


Tico Medina

07/08/2021

Tico Medina fue mi director en La Voz de Albacete. Don Pedro García Munera le dio cuartel en un momento delicado. Yo lo recuerdo enfundado en un mono azul y las manos entintadas. Pasó largo tiempo y lo presenté en el salón de actos de la Diputación -también a Matías Prats padre, José Luís Balbín, Armas Marcelo y Sánchez Dragó-. Tico era brillante y habló de todo aquella tarde -esa voz de magistrado indiscutible que acompañaba a una cabeza romana y consular- y habló de Fidel Castro. Cuando el Rey Juan Carlos y Felipe González (el último patriota) iban a la Cuba de Castro desaparecían del mapa -el Boletín Oficial del Estado esperaba y esperaba- como en el Panamá de Omar Torrijos. A Tico lo recogió un vehículo oficial y tras dar vueltas por La Habana lo encapucharon -Fidel lo esperaba en un recinto secreto-. Castro le llevó a un amplio sótano. En una gran mesa había un magnetófono. Y una veintena de cintas de conversaciones entre Castro y Guevara. Tico contó que Fidel las reprodujo todas. Le invitó a fumar tabacos (Castro fumaba torcidos de Partagás) y lo devolvió al hotel nuevamente encapuchado. Tico Medina era él solo una monarquía y contaba cosas tremendas con extraordinaria naturalidad -procuraba ser muy cercano para que su auditorio se sintiera importante y capaz- y se ocupó aquella tarde un rato muy breve para hablar de La Voz -no quiso aclarar su venida y nadie se lo preguntó; estábamos en Cuba viajando con ajenos viajes (el de Tico)-. En aquellos años Tico escribía mucho para el corazón (y pocos sabían de sus innúmeras colaboraciones en periódicos de toda Latinoamérica, especialmente en México donde era leyenda) y podía recitar de memoria  a Octavio Paz -compartieron mesa camilla en Galavisión. Todo lo hacía muy fácil- y sin embargo hablaba un castellano elegante y preciso, no se permitía recursos de escasa cuantía -y buscaba tu complicidad- pese a que éramos unos pajarillos frente al águila real que era Tico. Me parece estar viéndolo en La Voz enfundado en su mono azul de talleres con su gran benevolencia, como un Papa cercano y bueno.