Tobarra tuvo un héroe de la Guerra de Marruecos

G. G.
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La noticia llegó a la localidad y el alcalde, Juan Pastor, convocó una sesión extraordinaria de pleno para dar cuenta del hecho y adoptar acuerdos destinados a recompensar al soldado

Tobarra tuvo un héroe de la Guerra de Marruecos

En el Cementerio de Tobarra se encuentra un modesto nicho en el que reposan los restos de Ana Gamero Tirado, que murió el 7 de noviembre de 1951 con sólo 41 años, y de su esposo, Valentín Ballestero Onrubia, nacido el 23 de junio de 1901 y fallecido el primer día de enero de 1990 en Valencia, uno de tantos tobarreños anónimos que, sin embargo, fue un soldado distinguido en la guerra de Marruecos. Se trata de un desconocido héroe local, cuya historia merece ser contada con el fin de que pueda ser recordada como ejemplo de valor, coraje y compañerismo, ya que el hecho por el que se le concedió una distinción militar fue el de acudir a socorrer y rescatar a otros soldados, heridos y atrapados frente a las balas enemigas. Valentín que salió de la casa paterna de la calle de la Parra unos años antes para incorporarse a filas en la 5ª compañía del Batallón de Cazadores Arapiles número 9, dio muestras de su gran valor en 1924 cuando «gestando en la posición de Boj», tal y como relató el diario El Sol, «vio a un compañero herido bajo el fuego enemigo, en la orilla opuesta del Lau, se descolgó por los acantilados de la posición, sin más arma que el machete y, después de atravesar el río con el agua a la cintura logró coger a este, recibiendo varios balazos que le atravesaron la ropa, aunque llegó ileso a la posición». Su nieto Enrique López Ballestero cuenta a La Tribuna de Albacete, que sobre la acción su abuelo le contó que a quien llevó en hombros fue a un teniente herido y que, además pudo abrir la puerta de una especie de jaula-prisión en donde estaban atrapados otros compañeros, antes de tener que desembarazarse de un enemigo cuerpo a cuerpo, utilizando su machete. Sea como fuere, la noticia llegó a la localidad y el alcalde, Juan Pastor, convocó una sesión de pleno extraordinaria para dar cuenta del hecho y adoptar algunos acuerdos destinados a recompensar el gesto, entre otros, el de realizar una cuestación y poner una placa en la fachada de la vivienda en donde nació, al final de la calle de La Parra.

PLENO EXTRAORDINARIO. El alcalde abrió la sesión indicando que se había convocado «para dar cuenta del heroico proceder del soldado Valentín Ballestero Onrubia, digno hijo de este pueblo» realizando posteriormente un relato sobre la actuación del tobarreño: «el cual en un arranque de valor y altruismo, con grave exposición de su vida, en un sublime gesto de estoica abnegación y heroísmo que pone, una vez más, de relieve la legendaria y proverbial valentía del soldado español, desoyendo seguramente las órdenes de sus superiores jerárquicos, haciendo caso omiso de las medidas de precaución tomadas por los mismos, ciego de amor patrio, ebrio de orgullo por ser soldado y español, irguió la noble frente y sin más armas que su corto machete al cinto, se lanzó por un barranco y bajo un diluvio de balas africanas, en socorro de un pobre soldado hermano, herido y perseguido por los rebeldes, perteneciente al heroico batallón de Vizcaya, se lo cargó sobre sus espaldas y, tras peligrosa ascensión, lo trasladó a la posición de Boj número 3, extrema vanguardia del flanco izquierdo de la columna del General Serrano, agreste acantilado sobre el río Lau, a la que pertenece y defiende en unión de un puñado de valientes que, dicho sea en honor de ellos, todos se disputaban el realizar el acto que nos ocupa y que por su decisión y arrojo fue el primero y único en llevar a cabo este valiente tobarreño. Como quiera que estos hechos deben tener su recompensa y nuestro augusto Soberano, celoso entusiasta de la valentía de sus soldados no vacilará en otorgarla. El pueblo entero que le vio nacer con sus dignas autoridades a la cabeza, deben recabarla para así testimoniar a este hijo de Tobarra, la admiración por tan noble proceder».

ACUERDOS MUNICIPALES. Leído el relato oficial de los hechos, realizado por Juan Pastor, el Ayuntamiento en pleno, «oídas las manifestaciones del presidente y poseídos del entusiasmo que es inherente ante hechos tan humanitarios como el que nos ocupa», acordó de forma unánime, en primer lugar que se colocara en la fachada de la casa «donde viven sus padres», una lápida conmemorativa del hecho realizado por éste, fecha del mismo y de su nacimiento, costeada por el Ayuntamiento. El consistorio también aprobó «encabezar una suscripción por el señor alcalde y concejales haciéndola extensiva a todas aquellas personas que generosamente quieran contribuir al homenaje de admiración que por este medio se ha de tributar al mencionado soldado», dando «las gracias» al alcalde de Hellín, Juan Martínez Parras, ya que «de forma espontánea y por el mero hecho de haber leído la noticia en la prensa, ha contribuido con cien pesetas al homenaje que supone debe tributarse a Valentín Ballestero Onrubia». Como era de esperar, los ediles tobarreños decidieron «que a su llegada a este pueblo se le haga un recibimiento entusiasta a cuyo fin se nombrará una comisión integrada por representantes de esta corporación, clero, elementos militares, civiles, facultativos y, en una palabra, de todas las clases sociales de esta villa que quieran adherirse y a los que acompañará la banda municipal de música». La comisión encargada de recoger los donativos «con destino a dicho soldado», estaba integrada por el propio alcalde, Juan Pastor, con Miguel Mira Plá, Enrique Monteagudo, Leopoldo Lozano Escribano, Casto García Gómez, Ricardo García García y José Antonio Gálvez Muñoz. Desde el consistorio de Tobarra también se aprobó «dirigir un mensaje al presidente del Directorio Militar en súplica de la merecida recompensa por el hecho heroico que nos ocupa», y se acordó expedir y entregar al héroe, la certificación del acta en la que constaba «el agradecimiento y admiración que este ayuntamiento siente por su conducta». La sesión extraordinaria se inició a las 11 de la mañana y concluyó a las 12,30. Para lograr que el pueblo aportara donativos la Banda de Música Municipal, que dirigía José Sagi-Barba, realizó un pasacalle que el propio Ayuntamiento acordó y aprobó que se les abonase la cantidad de 1.650 pesetas por los servicios prestados y que también incluían su actuación en la función religiosa del Corpus, la procesión y fiestas de San Roque, y los conciertos del verano en la plaza de Canalejas.

DE CARTERO. Pero volviendo a Marruecos, una vez que el soldado tobarreño realizó la gesta se le recompensó apartándolo del frente, dándole el empleo de cartero militar, por lo que todos los días tenía que acudir a la residencia del General Gómez Jordana, en donde, según cuenta su nieto Enrique López, conoció a una joven que le gustó, «ya que mi bisabuela trabajaba de criada del general en Tetuán y ahí estaba mi abuela, Ana Gamero, y como iba todos los días, acabaron enamorados, aunque al terminar el servicio militar volvió al pueblo, en donde tenía novia, pero mi abuela se había quedado embarazada. Cuando se enteró le mandó dinero y se vino para Tobarra». Ana Gamero era natural de la localidad malagueña de Ronda y dejó atrás a toda su familia para unir su destino al del joven militar tobarreño que había conocido en Tetuán y con el que vivió hasta su muerte, en noviembre de 1951, veintisiete años después, y cuando sólo contaba con 41 años de edad. Pero volviendo atrás en el tiempo, mientras Valentín y Ana se estaban conociendo y enamorando, en la localidad preparaban el acto de recibimiento oficial, señalado para el primer trimestre de 1925.

RECIBIMIENTO. Efectivamente, en marzo de 1925 algunos periódicos daban cuenta del recibimiento que se le brindó, como el diario El Sol, que publicaba un suelto en el que contaba que había llegado a Tobarra «el soldado de Arapiles Valentín Ballestero, protagonista de un hecho que oportunamente relató la prensa. Este soldado, que estaba en la posición de Boj, al ver que un compañero se hallaba herido bajo el fuego enemigo, en la orilla opuesta del Lau, se descolgó por los acantilados de la posición, sin más arma que el machete y, después de atravesar el río con el agua a la cintura, dio muerte a un moro que se acercaba al herido, y logró coger a este, pero ya muerto. Valentín recibió varios balazos que le atravesaron la ropa, pero llegó ileso a la posición. Este pueblo hizo una cuestación a favor del soldado y ayer le entregó 725 pesetas que se recaudaron. El recibimiento hecho a Valentín ha sido entusiasta. El pueblo salió a la estación y luego estuvo en la casa del soldado felicitando a sus padres». Aunque la familia no conserva la condecoración militar de la que fue objeto, en el mes de abril de ese mismo año, el periódico La Unión Ilustrada, inserta una fotografía en la que aparece el tobarreño portando una medalla, con un pie en el que puede leerse: «Tobarra (Albacete): El soldado de Cazadores Valentín Ballestero, héroe del laud, y autoridades que le rindieron cariñoso homenaje». En la localidad, más allá de la familia y unos pocos allegados, no recuerdan la historia del tobarreño que años después fue desterrado por los avatares del destino y la intransigencia política. Su sobrina Ángeles y sus nietos Manuel y Enrique, cuentan a La Tribuna de Albacete, que cuando regresó de la guerra de Marruecos, «le vitorearon y agasajaron de manera entusiasta, mientras que unos años después, cuando terminó la guerra civil en la que luchó como miliciano, le esperaban para fusilarlo». Para salvar su vida se escondió durante más de una década viviendo como topo en su propio domicilio, mientras «las malas lenguas, decían que luchaba con los maquis», se entregó cuando murió su mujer, fue condenado a muerte, indultado por la intermediación de la viuda del General Gómez Jordana, marquesa de Jordana, desterrado de la provincia de Albacete, preso en el monasterio de San Miguel de los Reyes de Valencia, que sirvió como cárcel franquista y que hoy es la sede de la biblioteca de Valencia y Academia Valenciana de la Lengua..., pero esa es otra historia.