La fe en este Albacete hace tiempo que se perdió. El equipo manchego solo ha sido capaz de sumar dos de los últimos 27 puntos en juego. Una mala racha que debe ser frenada de inmediato porque es la única manera de que pueda surgir algo de esperanza en el negro panorama que se le presenta al club cuando todavía quedarán dos jornadas para terminar la primera vuelta después de Navidad.

La situación es tremendamente complicada porque el equipo no da muestras de tener esa capacidad de reacción necesaria. El entrenador «agitador», como lo definió el director deportivo Toni Cruz, de momento no ha provocado nada diferente de lo que se veía con López Garai en el banquillo, mismos jugadores, mismos errores, misma impotencia, mismos resultados.

La ausencia de gol es un lastre terrible, más incluso que los continuos errores y regalos que se hacen desde la defensa. Un gol en los últimos ocho partidos, y de penalti, es una clara demostración de que este equipo no es apto para competir en esta categoría, pero como bien dijo Alejandro Menéndez en la previa, cuenta con jugadores que han demostrado un rendimiento a lo largo de sus trayectorias que ahora no se está viendo aquí y es la reacción que se espera.

Para colmo de males y de necesidades, Menéndez no puede contar en Anduva con su mejor jugador, Álvaro Jiménez, sancionado con tres partidos por una rabieta seguramente producto de la impotencia de ser el único sobre el césped que muestra tener algo de fútbol en sus botas. No es la única baja importante que tiene el técnico, pues también está sancionado, en su caso por acumulación, Karim Azamoum. Y el ucraniano Zozulia sigue en cuarentena, con lo que tampoco será de la partida. Eso ha abierto la puerta al jugador del filial Diego Vargas, al que se vio frescura mental e intención en los pocos minutos que jugó en la Copa.

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