La mutación de Patrick

Belén Monge Ranz
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Las claves del juicio: El autor confeso pide perdón, pero señala que «tenía la idea fija de que tenía que hacerlo». Dos testigos apuntan que Marcos llegó a sentir celos de Patrick, porque Janaina le veía atractivo.

La Metamorfosis, el popular relato de Franz Kafka en el que un comerciante de telas se transforma en un gran insecto, se pudo percibir muy nítidamente en la mutación de la imagen de Patrick Nogueira, el presunto asesino de Pioz, a su llegada a Guadalajara este miércoles para ser juzgado en la Audiencia Provincial por un jurado popular tras los crímenes de sus tíos Marcos y Janaina y sus primos Carolina y David, de cuatro y un año, respectivamente, en agosto de 2016. La imagen de este brasileño hoy nada tiene que ver con la de hace dos años. El aspecto desaliñado e informal con el que se le pudo ver descender del avión en el que venía de Brasil para entregarse tras conocerse los atroces crímenes ha sufrido una clara transformación desde que está en la prisión madrileña de Estremera. Sentado en el banquillo de los acusados, esposado, con ademanes formales y apariencia de no haber roto un plato en su vida, el joven brasileño, de 22 años, lucía nuevo look, vestimenta ursulina, y gafas de pasta oscura y grueso cristal, y estaba mucho más delgado, hasta el punto de que durante los mudos de los cámaras hubo alguno que preguntó si era él.

Mordisqueándose a menudo los labios, pero con apariencia serena e incluso tímida, el autor confeso que intercambiaba whatsapp con un amigo de Marvin de Brasil jaztándose de los descuartizamientos de sus tíos y de las muertes de sus primos con mensajes -según el relato del Ministerio Fiscal- «qué risa, los niños no corren cuando les voy a matar, se agarran entre sí», Patrick escuchaba impasible las exposiciones de los letrados sentado, con las manos cruzadas y uñas bien cuidadas. Eran las mismas manos con las que él reconocería poco después que había sesgado estas cuatro vías sin pudor alguno.

un jurado muy masculino. Frente a un jurado popular compuesto por siete hombres y dos mujeres, durante la primera jornada de la vista el asesino se puso en pie para testificar y, aunque no eludió su autoría en estos crímenes, se limitó a responder a las preguntas de su letrada tras pedir perdón a su familia y a la de Janaina. «Me gustaría haber evitado que todo eso ocurriera, pero yo no he elegido funcionar de la manera que funciono», añadió casi de manera inmediata y fría. Parecía llevar un guión muy bien estudiado. Usaba vocablos jurídicos propios de un letrado. Una declaración en la que construyó un relato de su infancia en torno al acoso escolar sufrido y al alcoholismo, llegando a asegurar que el alcohol fue su «único amigo» desde los 10 años. También desgranó como antecedentes que su tío le robaba dinero y cómo le llegó a extorsionar con denunciar su situación ilegal en España a los servicios de Extranjería si no le pagaba 6.000 euros, y dejó entrever como todo ello le pudo llevar a actuar como actuó. «Tenía la idea fija de que tenía que hacerlo, pero no sabía cómo», dijo y así lo hizo.

Patrick hizo confesiones hasta ese momento nuevas que indignaron a las acusaciones. Dijo que cuando llegó a Pioz el 16 de agosto de 2016 con dos pizzas, procedió a ayudar a su tía Janaina a secar los platos mientras ella los lavaba, pero explicó que Janaina le mordió una mano y que eso provocó que le acuchillara en el cuello. Y en el caso de su tío relató que cuando llegó, una vez que había quitado la vida a Janaina, tras un forcejeo, ambos acabaron en suelo y el arma blanca penetró en el cuerpo de la víctima. Un hilo argumental en el que no aludió para nada a los asesinatos de los niños y que se presume pretendía hacer ver que en el caso de los tíos tuvo que defenderse. «Aceptaría un fármaco, todo lo que sea para cambiar», llegó a decir a preguntas de su letrada, quien centró gran parte de la defensa de Patrick insistiendo en que «no es como nosotros. Tiene un daño cerebral que determina su conducta, en cierta medida. Nadie ha dicho que estuviera loco o tuviera esquizofrenia. No queremos hacer pasar a Patrick por loco», señalaba en alusión a las manifestaciones del Ministerio Fiscal, a través de la fiscal jefe Rocío Rojo, quien, con bastante dureza, se reiteraba con énfasis en que el acusado «no tiene ninguna enfermedad, es una persona sana», y en que, además, «para matar no hay que estar loco, hay que ser malo».

Por su parte, el abogado de la familia Campos, Alberto Martín, tachó a Patrick de una persona fría y calculadora, quien tras cometer los asesinatos enviaba mensajes a su amigo Marvin por whatsapp con textos que decían: «me voy a comer un bocadillo de atún, me lo he merecido», y «por si fuera poco -según el letrado- se hizo un selfie con ellos, hay que ser macabro».Para Rosa Feriche, la letrada que la familia de Janaina está claro que «su intención era acabar con la vida de los tíos y los primos. Hubo premeditación en todo», señalaba.

Una de las declaraciones de testigos más esperada era la del hermano de Marcos, Wolfran Campos. Al entrar en la sala, tras cruzar la mirada con su sobrino allí sentado para ser juzgado, se derrumbó y rompió a llorar. «Estoy sufriendo como un loco», afirmaba frente a un Patrick impasible.

Una sala por la que han pasado ya la mayor parte de los testigos citados. Dos de ellos pusieron de manifiesto los evidentes celos por parte de Marcos hacia su sobrino a raíz de que se enterará de que Janaina había whasapeado a una amiga lo atractivo que era Patrick, «un tío bueno», señaló una testigo. También un amigo del acusado, Víctor L., confirmó en su declaración cómo, accidentalmente, visionó fotografías de los cadáveres descuartizados, una de ellas en la que se podía ver al autor confeso en modo selfie. Y el hermano de Janaina expuso por su parte que él ya había advertido a la víctima de la peligrosidad del joven brasileño.

en el ecuador. En principio, las sesiones se prolongarán hasta mediados de la semana que viene. Por la sala pasarán una veintena agentes de la Guardia Civil, peritos, facultativos y médicos forenses. Una vez que concluya uno de los juicios más mediáticos y que más expectación ha generado en los últimos años a nivel nacional, será el momento de que el jurado se reúna a puerta cerrada y que en base a todas las declaraciones que han escuchado y a las pruebas expuestas, emitan un veredicto por unos hechos que se remontan a agosto de 2016. En esa fecha, el acusado se dirigió al chalé en el que vivían desde hacía varios meses sus tíos y primos y acabó con la vida de los cuatro. Primero la de Janaina, luego la de los dos hijos y después al tío; descuartizó los cuerpos de Marcos y su esposa y los metió en bolsas de basura que precintó con cinta aislante. Guardó los cuerpos de los pequeños en otras bolsas y se marchó. Un mes después, el fuerte hedor que salía de la vivienda alertó a los vecinos y ahí se descubrió el cuádruple crimen.

Nadie se podía imaginar lo que había dentro. Cuando la Guardia Civil accedió al interior, cientos de moscas rodeaban las bolsas. El propietario de la casa, a través de su abogada, Teresa Fernández, solicita una indemnización de 30.000 euros «por los perjuicios materiales y morales» tras recordar que «la familia ha visto truncada su cotidianeidad» y recordaba que «debido a cómo había quedado por dentro el chalé tuvo que contratar una empresa de desinfección y limpieza». En su declaración, el dueño relató cómo cuando fue al chalé tras el macabro crimen lo primero que recuerda es que había «700 millones de moscas» y «el suelo negro, la sangre y la huella de un niño en la escalera», dijo en la sala.

Ahora, tras meses con el cartel de se vende, la casa del horror para muchos, ante los trágicos hechos allí perpetrados, está nuevamente alquilada. Los vecinos no consiguen olvidar aún lo que ocurrió es mes de agosto, les llevará tiempo.