"Prefiero perder dinero haciendo teatro que estar sentado"

Ana Martínez
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Nominado como mejor actor a los Premios Max, el albacetense Antonio Campos le agradece a Rajoy "el 21% de IVA y su desprecio hacia la cultura, porque él me llevó al 'Lazarillo'"

El actor Antonio Campos. - Foto: Rubén Serrallé

En agosto hará 40 años que nació. Hijo de un payo sevillano con mucho flamenco y de una gitana, vivió su infancia entre el centro de la capital y el Cerrico, mimado hasta el extremo por sus tíos. Pasó su infancia rodeado de pavos, corderos, palomos, zompos, tirachinas, lumbres y fiestas gitanas. De mayor quería ser chatarrero, como su abuelo, su mayor ejemplo de humildad y honestidad. Erró en la premonición. Por su cara bonita y, aunque él no lo crea, su valentía, entró en el mundo de la moda desfilando para los mejores y de ahí, no sin esfuerzo y ahínco, al arte escénico. Hoy, Antonio Campos Fernández está nominado como mejor actor en los Premios Max de Teatro por su papel en El Lazarillo de Tormes.

No quisiera perpetuar estereotipos, pero cuesta relacionar su actual carrera de actor con su deseo infantil de ser chatarrero.

Mi parte teatral viene del chatarrero, donde uno se encomienda a sí mismo, confía en que el día a día le dará lo que necesita para vivir... la chatarra es eso, estar atento, vivo, en la cuerda floja… Mi aterrizaje en el teatro llegó tarde. Yo no tenía relación con la cultura ni el arte escénico. La primera vez que fui al cine tenía 13 años, me acompañaba mi primo y nos sentamos en la primera fila a ver Jurassic Park. Nos quedamos impresionados, no vimos nada, decidimos que ya nunca volveríamos al cine. Yo descubro la cultura y el teatro cuando conozco a Carlos García Navarro.

¿Cómo fue su adolescencia?

Muy agitada. Me matriculé en el Al-Basit porque estaba el césped del campus al lado y era muy cómodo para saltarse las clases. Pero a mi pandilla le impactaba que sacara los estudios y a los empollones de mi clase les fastidiaba que todos los años pasara de curso. Estuve a punto de abandonar la ESO, pero mi padre me metió de albañil durante un verano y cambié de opinión.

Una buena enseñanza.

Mis padres me han dado siempre mucha libertad. Mi abuela me decía que era un catacaldos, lo mismo hacía kung-fu que atletismo, taekwondo, boxeo o dibujo… En primero de Bachillerato hice mi primer desfile como modelo en un centro comercial de Albacete y aquello de subirme a la pasarela me gustó.

¿Y cómo tomó esa decisión? ¿Una mañana se levanta y decide convertirse en modelo?

Yo me ennovié con 16 años y mi novia, mi padre y mis pocas ganas de estudiar me incitaron a presentarme a un casting. Desfilé y ahí decidí que terminaría los estudios, me pondría a trabajar, ahorraría dinero y encargaría un book para irme a Madrid y ser modelo. Ese fue el plan y así se cumplió, más o menos, porque me quedaron tres asignaturas para terminar Bachillerato. Compaginé mi trabajo en Aquagest con muchísimos desfiles. Recuerdo que una vez desfilé junto a una miss y míster España ante todo el famoseo de la época. Terminamos a las dos de la mañana, volvimos a Albacete y horas más tarde estaba haciendo una cometida de saneamiento. De la pasarela pasaba a canalizar la mierda de los vecinos. 

¿Cómo salió del barro?

Conseguí ahorrar un millón de pesetas, pedí una excedencia y contraté a Carlos García Navarro para que me hiciera el álbum de fotos. Él decidió no cobrarme, se enamoró profesionalmente de mí y decidió acompañarme en ese camino.

 

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