Una sangrienta venganza

Ramiro González
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El asesinato de un mafioso es el punto de partida de la serie 'Mi nombre', que cuenta cómo su hija busca al policía que acabó con él

Parece que las películas y series coreanas están de moda. Un curioso fenómeno que puede desencadenar en un esnobismo similar al que se ve en el mundo del cómic. Para los que no lo sepan, hay quien piensa que se encuentra en un status superior por leer manga japonés en vez de cómic europeo o americano, incluso, aseguran que una cosa es el manga y otra el cómic (lucha de clases en el entretenimiento, no podemos ser más absurdos). La cuestión es que parece que no existía nada coreano hasta Parásitos, y ahora, tampoco existe otra serie coreana que no sea El juego del calamar ( la cual no inventa nada que no hayamos visto en Blanco Humano, Los Juegos del Hambre, Battle Royale, Perseguido...). ¿Es que no hay otras propuestas que sean igual o más interesantes? Las hay, y Mi nombre es una de ellas.

Esta serie de Netflix nos introduce en los bajos fondos de Ingchan, una pequeña ciudad de Corea del Sur. Prostitución, drogas, juego y bandas de mafiosos que pugnan por hacerse con un gran imperio. La cámara sigue a Yoon Ji-Wo (Han So-Hee), una adolescente que tiene una vida normal, aparentemente. Pero poco a poco descubrimos que se trata de la hija de un mafioso local. En el colegio la hacen bullying y añora la presencia de su progenitor en casa, pasar tiempo con él y cumplir con ese sueño compartido de irse a vivir cerca del mar. Pero una noche, él es asesinado a la puerta de su casa. Este acontecimiento cambiará la vida de Yoon, quien se acercará a la familia mafiosa, a su líder, el brutal Choi Mu-Jin ( Park Hee-Soon), para que la ayude a encontrar al responsable de la muerte de su padre.

«Para matar hace falta determinación», le dice el jefe mafioso. Una enseñanza clave que la perseguirá a lo largo de los años, durante los cuales se entrenará para el combate cuerpo a cuerpo, y además, ingresará en la Policía como infiltrada de Choi, ya que la pista más clara que hay sobre el asesino es que era un agente. Como si de los Infiltrados de Scorsese se tratara, la serie se vuelve emocionante en cada episodio. No deja lugar al respiro con escenas de acción realizadas a la perfección y que recuerdan mucho a las que hemos podido ver en John Wick, demostrando que la industria del entretenimiento coreana vive un gran momento. 

Con precisión

Han sabido coger lo mejor que tenía Hollywood, esa artesanía en la puesta en escena, y le están sacando un gran partido. Aquí los puñetazos se sienten, aquí la sangre corre por litros. Es una violencia que tiene plena justificación porque el fondo de la serie trata precisamente sobre la destrucción moral y espiritual que supone consagrar tu vida a esa violencia, reflejado no solo en la protagonista, sino en el propio Choi Mu-Jin, que es quizás uno de los personajes mafiosos más interesantes que podemos encontrar en la actualidad. «Nunca he traicionado a nadie a quien quiero. Sin embargo, todos se empeñan en traicionarme», dice compungido y dolido en un momento de la serie, quizás uno de los momentos más importantes y reveladores. 

Para aquellos que busquen ver una propuesta de acción bien hecha, para los que huyan de las modas y tengan un criterio personal desarrollado, para los que disfruten con una violencia desmedida y, en algunos momentos, satisfactoria, sin duda Mi nombre es una gran opción. Ocho episodios que se ven en un suspiro.