Primero hubo que abrir paso a los núcleos habitados de las zonas más aisladas y ahora llega el momento de despejar todo lo demás, en algunos casos con urgencia, como sucede con las explotaciones ganaderas de ovino y caprino de las sierras de Alcaraz y del Segura.

Cuando la borrasca Filomena trajo las primeras nevadas, numerosos rebaños quedaron aislados y cuando la nieve se hizo hielo, el aislamiento fue a más. Pero a los animales hay que darles de comer, por lo que los ganaderos decidieron ponerse en marcha.

«Ahora mismo, nos consta que hay ganaderos que se organizan para abrir camino a sus explotaciones, con su propia maquinaria y sus tractores, para llegar a los animales», dice Pedro Moreno, de Asaja-Albacete, «y también lo hacen para dar salida a la leche, además de para darles de comer y de beber».

Las zonas en las que estos problemas son más frecuentes son, precisamente, las Sierras de Alcaraz y del Segura. En ambas comarcas, hay una gran dispersión de la población, lo que también se traduce en un gran número de rebaños dispersos por el monte».

«Otro problema que nos transmiten los ganaderos es que con el mal tiempo los animales deben estar en los establos», explica, «por lo que también hemos tenido llamadas de profesionales que, al llegar a la nave, ven que el tejado está dañado, a veces hundido».

Estas situaciones ya causan las primeras consultas a los responsables de seguros agrarios, acerca de la cobertura que ofrecen los sistemas de seguros. Pedro González, de UPA-Albacete, indicaba ayer a La Tribuna que los animales que puedan morir por estos hundimientos si lo están.

«Si el titular ha suscrito una póliza de explotación ganadera, está cubierto tanto el fallecimiento como la retirada del animal», pero el caso de un tejado hundido es otro cantar, «pues en este caso debería tener suscrita una póliza con una compañía privada».

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