Se vende aldea abandonada

J. López / Cuenca
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Cuenca no es ajena al creciente interés que muestran clientes extranjeros y nacionales por poblados y pequeños núcleos habitables

Imagen de una de las fincas puestas a la venta en la provincia conquense.

Poblado aldea en venta en Cuenca. Impresionante. Dispone de edificios, iglesia y finca. Se vende  complejo turístico con plaza de toros en Cuenca. 17 hectáreas. Estos son algunos de los anuncios que una inmobiliaria nacional especializada en la venta de aldeas anuncia a través de su página web.

Lo cierto es que el mercado de compraventa de aldeas abandonadas en España está al alza y son muchos los interesados en adquirir una aldea, poblado o caserío que esté dotado de infraestructuras o incluso se encuentre en estado semirruinoso para su rehabilitación.

El clima, la economía y un cambio radical de vida impulsa a muchos compradores extranjeros a echar un vistazo a las ofertas. En cambio, el cliente nacional cree que buscar una propiedad en el mundo rural es una forma de cambiar de aires, abandonar definitivamente la gran ciudad y empezar una nueva vida más sana y tranquila.

Ahora bien, el interés por este tipo de producto inmobiliario es tal que según los últimos datos estadísticos de ventas de aldeasabandonadas.com –uno de los principales portales del país– la compra ha pasado de un uno por ciento al 30 en los últimos años.

Elvira Fafian, gerente de la inmobiliaria especializada, apunta que muchos compradores son oriundos de una determinada zona «que emigraron en los 60 y 70. Esta gente es la que vuelve en busca del apego a una propiedad que fue de sus padres o abuelos». El que vende suelen ser «la tercera generación de estas aldeas que les tocó en herencia y a las que ya no tienen apego como lo tuvieron sus antepasados».

Apunta la gerente que el término abandonado no se refiere al sentido de descuido, sino que  alude a que habitualmente no vive nadie. En algunos casos «se han ido heredando y el mantenimiento no se ha efectuado». En otros, «hay gente que busca que estén en ruinas para que ellos mismos puedan rehabilitar sus calles y casas, las estructuras de piedra que tienen, a la manera de las antiguas construcciones». Las paredes no se caen así como así, sino que perduran y resisten con el paso del tiempo.

Ofertas en Cuenca. La inmobiliaria que gestiona la venta de pequeños núcleos de población, pazos, conventos o poblados que fueron construidos, en algunos casos con piedra de cantera, tiene en la actualidad dos aldeas «abandonadas» en el territorio conquense.

Una de las ofertas se sitúa en la Serranía Baja, en un entorno paisajístico único, y ofrece –entre otras calidades– una casa principal de 340 metros cuadrados con ocho habitaciones y cuatro baños, un almacén de 113 metros cuadrados, palomar y gallinero. Lo más singular de esta finca, de 2,5 hectáreas de superficie, es que incluye  una iglesia perteneciente al poblado, rehabilitada y en un excelente estado de conservación.

El anuncio asegura que tiene buenos accesos, está situada entre dos ríos, no tiene hipotecas y, opcionalmente, puede ampliarse la compra a 24 hectáreas de finca y 1,2 millones de euros.

Este poblado está a 75 kilómetros de Cuenca, a 150 de Valencia y a 230 de Madrid y su precio es de 590.000 euros.

Otro de los anuncios pone en venta un complejo turístico en la Alcarria conquense con plaza de toros, que cuenta con una superficie de 17 hectáreas. Tiene seis chalets, 10 apartamentos estudio, cafetería-restaurante para 90 personas, salón multiusos y coso taurino para 800 personas. Su precio es de tres millones de euros.

«Nos han preguntados por las dos aldeas, sobre todo por la que tiene una iglesia. A muchos les sorprende», dice la gerente de Aldeas Abandonadas que expone que en este último caso «los clientes nacionales suelen hacer ofertas a la baja. No le dan el valor que pueda tener esta edificación histórica y el retablo que hay en su interior. Este tipo de edificaciones las exponemos más en el extranjero pues llama mucho la atención a suizos, alemanes o franceses que un poblado pueda tener su propia iglesia».  Y es que los compradores foráneos «buscan que la aldea tenga una historia, que detrás de una casa haya un escudo de armas».

Por otro lado, asegura que el cliente compra para establecerse. La gente «ya no quiere tener segundas propiedades, prefieren que todo su dinero se invierta en una finca, dedicar alguna parte a la agricultura o tener su propia empresa. Trabajos que le permitan vivir».

En este punto, Fafian cuenta que desde la inmobiliaria se asesora al cliente y se mantiene comunicación con los ayuntamientos para garantizar el proyecto del comprador. No sólo se trata de asegurar el alumbrado y alcantarillado para los poblados y aldeas que van a ser de nuevo habitados, sino de que los nuevos pobladores se empadronen, formen parte de la comunidad cercana, formalicen su nuevo proyecto y, de paso, ayuden a frenar la creciente despoblación.