El gran rival de todos

M.R.Y. (SPC)
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El hastío y el desencanto de los ciudadanos con la actual situación política, que ha obligado a una repetición de los comicios en apenas medio año, y la falta de soluciones para evitar otro bloqueo hacen temer que la abstención alcance cotas récord

El gran rival de todos

Con las elecciones a la vuelta de la esquina, los candidatos intensifican sus esfuerzos por recabar los últimos apoyos, principalmente de los indecisos y de aquellos que aún no tienen claro si acudirán o no a votar. Y es que, una vez más, el fantasma de la abstención vuelve a presentarse como el incómodo adversario al que todas las formaciones políticas, por una vez unidas, pretenden evitar.

Considerada como un castigo por la insatisfacción con el sistema electoral, como rechazo hacia los partidos o como descontento con la clase política, en ocasiones también está detrás de esta ausencia de voto las dificultades que encuentran los más de dos millones de españoles que residen en el extranjero. 

La repetición de unos comicios generales en apenas medio año no hace fácil llamar a la participación de una ciudadanía hastiada por el bloqueo existente y que, previsiblemente, se mantendrá a pesar de esta nueva votación. Es por eso que todos los sondeos anticipan que la abstención crecerá notablemente con respecto al 28-A.

Los candidatos son conscientes de ese hartazgo, del desgaste y de que una baja afluencia puede condicionar la balanza. Por eso, se han afanado en apelar a la acción. Unos, con una llamada al voto útil. Otros, al del cambio. Y otros, al auténtico.

Los datos, desde luego, no son halagüeños. El último barómetro del CIS señala que hasta un 34,1 por ciento de los convocados podrían abstenerse. De ellos, algunos -el 11,8 por ciento- lo tienen claro y no irán a votar. Otros siguen con dudas y «no lo tienen decidido» o, directamente, «no saben, no contestan». Además, se suma el hecho de que la petición de voto por correo ha bajado un 30 por ciento con respecto a la anterior cita, lo que hace prever que se produzca una cifra más alta que el 28 de abril, cuando se registró un 28%.

El precedente más cercano -la repetición de los comicios del 20-D de 2015 al 26-J de 2016- deja clara la tendencia. En junio, un 30,16 por ciento de los españoles optaron por no aparecer por el colegio electoral. Entonces, el CIS apuntó que un 11 por ciento de los votantes tenían decidido «no ir a votar». Y prácticamente se triplicó. El pasado abril, la población parecía más motivada y apenas un 7 por ciento estaba seguro de su abstención. 

En España, la media se sitúa en el 26 por ciento, pero el descontento propiciado por la falta de acuerdos que ha obligado a regresar a las urnas amenaza con superar sobradamente ese dato.

Las cuartas elecciones generales en cuatro años -más las locales, autonómicas y europeas de este 2019-pueden acabar cansando a unos ciudadanos que ven que, a pesar de que ellos cumplen con su votación, los políticos no consiguen acabar con el bloqueo y obligan, ante su falta de consenso, a repetir una y otra vez comicios. Y eso acaba pasando factura. De hecho, más de 800.000 personas pidieron darse de baja en el censo para no recibir propaganda electoral. Toda una declaración de intenciones que puede traducirse en un rechazo a votar el próximo 10-N.

 

En detalle

Voto en blanco: Es depositar en la urna un sobre vacío. Se interpreta como la reivindicación de una persona que quería votar, pero no encontró un partido al que apoyar. El 28 de abril se registraron 199.836.

Voto nulo: Cualquier voto que no cumpla con la legalidad: papeleta sin sobre, más de una opción, algún elemento tachado o roto u objetos ajenos a la cita. No se considera en el reparto de escaños. Llegó a los 276.00 el 28-A.

Abstención: Muchos la consideran como voto de castigo a los partidos, como personas que optan por no ir a las urnas para mostrar su descontento o su indiferencia. Sin embargo, también puede ser por enfermedad.