Plano del término de Barrax

Elvira Valero de la Rosa
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Llama la atención la disposición radial de sus aldeas que aparecen a una distancia equidistante del núcleo urbano

Imagen callejero Barrax según las respuestas del Catastro de la Ensenada.

El 25 de octubre de 1752 en las casas consistoriales de Barrax, que por entonces pertenecía a la provincia de La Mancha y al partido de Alcaraz, se reunieron los miembros del concejo para responder al cuestionario sobre los bienes y rentas del municipio. Componían el Ayuntamiento Diego Alfaro Espinosa y José Bautista Jiménez como alcaldes ordinarios, Antonio Fernando Alfaro, alférez mayor perpetuo, Alfonso Martínez del Abad, regidor y Alfonso Cisneros de la Oliva procurador síndico general, Alfonso Valero escribano público y el cura Manuel García Torrecilla, todos, a su vez, eran los mayores propietarios.

El término era enorme, de cuatro por 3,5 leguas con 11 de circunferencia, señalando que se invertían 10 horas para recorrerlo. Tenía un total de 25.100 fanegas de tierra, que equivalen a 167,31 kilómetros cuadrados. Principalmente era una villa agrícola. Los frutos que se recogían eran trigo, cebada, centeno, avena, azafrán, vino, miel, cera y guijas. La producción media de trigo anual era de casi veinte mil fanegas, cantidad similar a El Bonillo, que tenía un término mayor. En cebada, centeno y avena Barrax duplica o incluso triplica a las villas más pujantes del término de Alcaraz, producía azafrán al igual que Santa Marta, Munera, El Bonillo o El Ballestero, las villas más manchegas del partido de Alcaraz, pero era deficitaria en vino. La cabaña se componía de ganado cabrío, lanar, mulas, yeguas, caballos, burras y pollinos. Producía miel con 100 colmenas, muy pocas si las comparamos con las 900 de Lezuza y las 1.100 de El Bonillo.

El plano de Barrax nos llama la atención por la disposición radial de sus aldeas que aparecen a una distancia equidistante del núcleo urbano y bien comunicadas con la villa como muestran las líneas de los caminos. Esta diseminación de casas nos indica que las parcelas serían los suficientemente grandes para poder enlazar varios días de trabajo continuo sin la pérdida de tiempo de ir y venir a la villa. La espontaneidad de la figura cartográfica nos muestra el plano norteado a poniente y señalando caminos a Villarrobledo, La Roda, Peñas de San Pedro y Albacete, pero curiosamente no a Lezuza y a Alcaraz con cuyos términos lindaba. 

En el centro se dibuja la iglesia y otras construcciones principales ubicadas también en la plaza Mayor como ayuntamiento, cárcel, casas de la carnicería y algunas casas particulares. El nombre del resto de calles eran los siguientes: San Roque, Antonio Alfaro, Charco, Ventica, Almenas, Francisco Cisneros, Cura, Via Crucis, Calvario y María de Soria o Mesón de Abajo, Oliva, Miguel Quintanilla, callejón de Carrero, Barrio de María del Hoyo y Vidales. Muchas de ellas han cambiado su odónimo, por ejemplo, la calle Cisneros es hoy de la Constitución, la calle Antonio Alfaro, actualmente Benjamín Palencia, la del Cura, hoy Cronista Francisco González Bermúdez…Algunas de estas casas contaban con pozos de agua viva (es decir, corriente) de agua «llovidiza» y aljibes, dos formas de paliar la escasez hidrológica de Barrax.

Los 280 vecinos o cabezas de familia de Barrax residían en 250 casas, algunas muy deterioradas por viejas, y 24 casas de campo. Existía un Pósito para agricultores y panaderías con un remanente de 1.294 fanegas de trigo. Una taberna donde se vendía vino, aceite y otros géneros, carnicería y cuatro mesones dentro de la población y otro en el extra radio. 

En resumen, Barrax económicamente era una villa saneada, aunque tenía otros problemas como la renta de las alcabalas enajenada al igual que los oficios de regidores, pero no tenía préstamo alguno y para el confort de los vecinos contaba con un médico titulado por el Protomedicato -en la mayoría de los pueblos de la comarca no había médico, ni mucho menos titulado, sino algún barbero-sangrador- al igual que también era raro que existiera una plantilla completa con boticario, cirujano y sangrador, y en Barrax ejercían. Más un maestro de primeras letras y varios maestros y oficiales artesanos que cubrían las necesidades de los vecinos.

Elvira Valero de la Rosa es directora del Archivo Histórico Provincial.