El azafrán reivindica su origen capitalino

E. Real Jiménez
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La pedanía de Santa Ana celebrará, los dos últimos fines de semana de octubre, la XXXII edición del Festival de la Rosa del Azafrán, con actos y concursos para visibilizar esta seña de calidad albacetense

La pertenencia a la DO Azafrán de la Mancha acredita su irrebatible calidad, pero le da mayor protección. - Foto: Rubén Serrallé

Pocos productos hay con un sello albaceteño tan definido como el azafrán. Esta especia, que se logra después de cultivar y recolectar con el mayor de los esmeros la rosa, retirarle el pistilo y secarlo, es uno de los condimentos más preciados de la gastronomía en todo el mundo. Algo que le ha valido el sobrenombre de oro rojo. Pero, además, en los últimos tiempos, su uso se ha ampliado a nuevos campos, como el terapéutico. Distintos estudios han coincidido en reconocer su poder antidepresivo, ayuda a potenciar la memoria o contribuye al control de peso al reducir el apetito.

Todas estas apreciadas propiedades tienen un precio. Se necesitan alrededor de 250.000 rosas de azafrán para lograr un kilogramo de azafrán puro. Y su valor en el mercado ha ido creciendo paulatinamente. Mientras en 2010 el precio del azafrán en España rondaba los 3.000 euros el kilo, en 2016 la cifra se había situado ya en los 5.000 euros el kilo. Tan suculento negocio ha atraído las miradas de países como Irán, principal competidor de España en su cultivo.

Sin embargo, hoy por hoy, el reconocimiento de la calidad para nuestro territorio se mantiene. «Un estudio del profesor de la UCLM José Antonio Fernández sobre la calidad del azafrán de Albacete concluyó con que, si el manchego es el mejor azafrán del mundo, el de Albacete es el mejor de La Mancha y, por ende, el de Albacete es el mejor del mundo», sostiene Juan José Segura, alcalde de la pedanía de Santa Ana.

Ésta está inmersa en los preparativos de la XXXIIedición del Festival de la Rosa del Azafrán, que se celebrará los dos últimos fines de semana de octubre. Más de tres décadas de una cita que se mantiene porque, argumenta su alcalde pedáneo, «somos de los pocos pueblos a nivel provincial y, junto con Argamasón, con la que lindamos, la pedanía que mantiene a familias que todavía cultivan azafrán».

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