El Juli personalizó la 'gota caliente' en episodio aislado

P.J.G
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El madrileño se fue de vacío, mientras que Ponce y Lorenzo pasearon una oreja cada uno de un encierro de juego desigual

Derechazo de 'El Juli' al quinto de la tarde. - Foto: Rubén Serrallé

Todos conocíamos el fenómeno meteorológico como gota fría, pero desde hace un tiempo se le denomina DANA (depresión aislada en niveles altos), que para mejor comprensión de todos son las tormentas que se forman y descargan agua con ganas. Son habituales por la zona levantina, pero el sureste, por el que nos encontramos, también se ve amenazado y la Agencia Estatal de Meteorología anuncia lluvia en la capital desde hoy y hasta el domingo, con la esperanza de que sean episodios aislados que, a partir de las seis de la tarde, permitan la celebración de los festejos.

La DANA taurina, en el coso albacetense, se personalizó en El Juli, con el quinto de la tarde, donde, sabedor de las orejas que habían cortado sus compañeros de cartel, tiró de orgullo para protagonizar la mejor faena del festejo, la de más gusto y temple, en lo que fue un episodio aislado, como las tormentas que se esperan. El borrón llegó con la espada y se fue de vacío, mientras que Enrique Ponce paseó una oreja del cuarto de la tarde y Álvaro Lorenzo hizo lo propio con una del tercero de Daniel Ruiz, el mejor de la tarde hasta ese momento.

La de cal y la de arena. A Julián López El Juli, uno de los pilares del abono, con dos tardes, se le debe exigir, también por su condición de figura del toreo, más de lo que mostró ante el segundo bis, un sobrero que salió al ruedo tras devolver la Presidencia un toro que se lastimó durante la lidia. El sobrero era del hierro titular y el diestro madrileño lo recibió con buenos lances a la verónica y después le recetó un ajustado quite por chicuelinas. Buenas intenciones, que continuaron en los primeros pasajes de la faena de muleta, pero que se diluyeron cuando el toro hizo los primeros amagos de querer rajarse. Salieron las complicaciones de un astado descastado, con una embestida más descompuesta y sin fijeza, a lo que hubo que sumar que comenzó a molestar el viento, por lo que El Juli decidió que no era momento de batallas, ni para ejecutar la suerte suprema, saliéndose de la suerte para dejar un pinchazo hondo.

Cambió el panorama ante el segundo de su lote, porque el diestro madrileño es de los que tiene orgullo y verse por debajo en el marcador no le gusta. Hubo cambio de actitud y desde el primer momento se vio a un torero más arreado, con ganas y la intención de dar la dimensión de la figura del toreo que es. La disposición y casi petición de perdón llegó en el brindis que hizo al respetable, anunciando que ahí estaba él para no dejarse comer el terreno. Y a fe que lo hizo, porque protagonizó los mejores pasajes de la tarde con su faena de muleta a un toro noble, pero con poco fondo, y del que tiró el diestro en series cortas, pero intensas, con mano baja, temple y sin dejar que el animal tropezase la muleta con su molesto calamocheo, tanto con la derecha como con el toreo al natural. Mientras el toro fue a menos, la faena de El Juli fue a más y ahí estuvo uno de sus méritos, que supo mantener la intensidad, más en la distancia corta en los pasajes finales, con temple y con muletazos de buen gusto. Había dado la de cal, pero faltaba poner la rúbrica a su faena y ahí llegó el borrón, con un pinchazo, una estocada atravesada y dos descabellos, por lo que el trofeo que ya agarraba con la mano quedó en una ovación.

Álvaro Lorenzo tuvo en su primer enemigo el mejor toro hasta ese momento, encastado y con más clase. Dispuesto salió también el diestro, que comenzó su faena clavado de hinojos y después se sucedieron las series por ambos pitones, con pronunciadas pausas entre unas y otras, para darle aire a su enemigo en una faena que tuvo los pasajes más intensos en el tramo final, con un Lorenzo muy valiente, metido entre los pitones de su enemigo y firme, calentando a los tendidos. Dejó una estocada trasera y atravesada que fue suficiente para que aflorasen los pañuelos y recibiese una oreja, con petición de la segunda que, al no ser concedido, supuso otra bronca para la Presidencia, que mantuvo el nivel de exigencia demostrado el domingo, en el festejo que abrió el ciclo taurino albacetense.

Nada tuvo que ver el sexto toro con el anterior, ya que fue más deslucido y violento, sin entrega en el capote, con un arreón en el caballo, al que derribó y también corneó cuando estaba en el suelo. No fueron los mejores síntomas de cara a la faena de muleta, complicada, con un toro andarín y embistiendo a media altura en la muleta de un Álvaro Lorenzo que en ningún momento se acopló ni encontró el lucimiento. Despachó al astado con un pinchazo hondo, saliéndose de la suerte, y su labor fue silenciada por un respetable que ya abandonaba la plaza tras casi tres orejas de festejo.

los gestos de ponce. El diestro valenciano completó la primera de sus dos tardes, con el resultado de una oreja en el esportón, lograda ante el cuarto del festejo, un manso encastado que transmitió más en la muleta de un Enrique Ponce que firmó una faena con altibajos, aliviado y sin ajustarse en gran parte de su faena, con pasajes más vistosos en sus poncinas, que remató con una estocada caída que le valió para pasear un trofeo.

Al primero de su lote y de la tarde, con una embestida más descompuesta por el pitón izquierdo, también le realizó una faena sin apreturas, con más gestos al tendido para culpar al toro de lo que sucedió en el ruedo que toreo para intentar que su faena tomase altura. Además, estuvo desacertado con los aceros y tras tres pinchazos dejó una estocada caída para finalizar una labor que fue silenciada.