Albacete Basket desaparece en una segunda parte calamitosa

Aitor Lasa (ADG)
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76
Basket Navarra
56
Albacete Basket
Finalizado
El equipo de David Varela llegó con ventaja al descanso pero no compitió en la segunda mitad en la peor tarde de la temporada

Víctor Ruiz de Carranza maneja el balón durante un partido. - Foto: Arturo Pérez

Una inexplicable segunda parte, en la que en la práctica no hizo acto de presencia ni compitió, condenó a un Albacete Basket que parecía tener controlado el encuentro en el intermedio y que dejó crecer y hasta exhibirse a un Enerparking Basket Navarra que ni siquiera necesitó de grandes guarismos, porcentajes o intensidades defensivas, más allá de castigar los errores y aprovechar las facilidades dadas por los pupilos de David Varela. Si todo equipo con aspiraciones deja al menos una cita para el olvido y de la que salir reforzado, el Albacete Basket ha cumplido el cupo con creces. Lo que era un compromiso importante para los dos equipos acabó por parecerse a un partido de homenaje a la leyenda local Iñaki Narros, que cumplía 500 encuentros en ligas LEB y se dio todo un festín para celebrarlo.

No fueron los dos primeros cuartos un ejemplo de virtudes. La alta intensidad y un ritmo alegre camuflaban las carencias de ambos equipos en el tiro y en la construcción coherente de juego. Sin embargo, la solvencia del base Antón Bouzán y un, por entonces, muy entonado Placide Nakidjim mantenían a flote a un Albacete que además en el primer cuarto defendió y muy bien, más allá de los arreones eventuales del inspirado Narros (14-18).  Incluso, iniciado el segundo, la efímera impresión fue que un factor fundamental como la rotación elevaba al bando visitante. Un, a la postre, desastroso Obiekwe (con una horrible selección de tiro) y el siempre cumplidor Vanaclocha aumentaron la renta (16-25). Jorge Mejías desde el perímetro, y el propio Obiekwe, antes de perder el norte, invitaron con su acierto a un exceso de optimismo y confianza (23-32), motivado por una horrible racha local desde el perímetro.

La vuelta de los vestuarios dejó una imagen desoladora para cualquier estudioso del juego: durante los dos primeros minutos, no solamente no hubo una canasta, sino que además todos los intentos eran precipitados, en un correcalles sin aparente plan táctico previo. Pareció darse cuenta únicamente Basket Navarra, que con un parcial de 12-0 consiguió darle la vuelta al marcador y dejar al Albacete como un boxeador que se defiende en las cuerdas. O mejor dicho, que parecía incluso hacerse daño sin necesidad de un rival. Dos pérdidas para contragolpes francos y una antideportiva a Mejías elevaron el estado general a caos (56-43).

Requería el último cuarto de un cambio de plan que dejara en anécdota o espejismo el esperpento anterior, pero no estaba el Albacete para cambios radicales. Hurgó más en la herida el cuadro navarro, que aplastó la reacción, al replicar cada uno de los ocho puntos seguidos de Antón Bouzán, el único que pareció alzarse contra la imagen ofrecida (63-49). Los minutos finales, de la basura, confirmaron que la peor tarde la temporada del Albacete había necesitado de muy poco tiempo para arruinar toda la cita.