Rico patrimonio artístico

A.D.
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La Junta de Cofradías, con el apoyo de los historiadores del arte Víctor y Álvaro Martínez Vázquez, propone un recorrido para conocer el acervo que se conserva en los templos albacetenses y que se muestra en las procesiones

El Descendimiento, uno de los grupos más singulares. - Foto: Arturo Pérez

La Semana Santa de Albacete tiene un rico patrimonio artístico, en ocasiones minusvalorado. Este año, la Junta de Cofradías ha puesto en marcha una breve guía artística de la imaginería procesional albacetense, con visitas guiadas en grupos reducidos a los templos. De esta labor se encargan dos historiadores del arte, Víctor y Álvaro y Martínez Vázquez, que acompañan a estos grupos y ofrecieron a La Tribuna de Albacete un paseo por la Catedral, llena de auténticas obras maestras.

En esta labor de difusión, destacó Víctor Martínez, «es muy grata porque hay un rico patrimonio cofrade en Albacete, muy desconocido e infravalorado»,

Así, Álvaro Martínez señaló que «en la Catedral podemos encontrar grandes conjuntos escultóricos, como el Santo Sepulcro, una obra del murciano Juan González Moreno, que llegó a Albacete en 1945, un paso que encargó la familia Lodares y los Caballeros del Santo Sepulcro y constituye todo un hito,  viene de las manos de un importante escultor nacional, una pieza que supuso un punto de inflexión, aúna tradición y modernidad».

  Un gigante de la Semana Santa, dijo el historiador es el Descendimiento, de José Díes López,  «uno de los más importantes de la imaginería procesional de Albacete y es relevante recalcar que él realizó gran parte de la imaginería que se destruyó en la guerra, puesto que la conoció de forma directa y esta se fraguó en la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno en los años  40 y en 1952 se convierte en realidad. Es todo un  alarde de creatividad, que reprodujo también para Requena, aunque nuestra obra cuenta con mayor detalle y frescura, con siete figuras en una pieza magistral».

Víctor Martínez añadió que de este mismo escultor «encontramos buena parte de la imaginería procesional de la Catedral, como Nuestra Señora de los Dolores, posiblemente de 1941, como se encontró reflejado en su peana. También es suyo Jesús Nazareno, una obra en madera, de 1943, que va a ser otro paradigma más en su trabajo, personalista, porque el escultor en ella deja plasmada su herramienta principal, sus manos».

También es de él, dijo Víctor Martínez, «la Verónica, que realizó en 1954 y lejos de ser un encargo de la cofradía, es una donación del propio escultor».

Modernidad. De José Ángel Díes Caballero, «surgió el Apóstol Santiago el Mayor,  de 1944, fruto de la colaboración de la cofradía de Jesús Nazareno con la familia Díes. José Ángel Díes -dijo el historiador- es más moderno que su padre».

De José Díes López, apuntó Álvaro Martínez, «todavía hay algunas obras más, como Jesús Resucitado, una talla que se encargó en 1944 y vino a sustituir la anterior perdida en la Guerra Civil».

Finalmente valoró Víctor Martínez, las últimas esculturas de José Díes en la Catedral, «es San Juan Evangelista, de 1943, y el Cristo de la Agonía, de 1940, la primera destaca por su barroquismo y la segunda es otra de estas obras de reposición,  que realizó y recupera la que poseía la cofradía antes de guerra».

Destacó igualmente, Nuestra Señora de la Piedad, de Adrián Ferrán Vallés, escultor catalán, «talla del XIX, que se salvó gracias a un conocido escultor, Benito Soriano Cabañero, que destaca por su estética neoclásica, ejemplo de la imaginería de la Escuela Catalana».

Cerró Víctor Martínez el recorrido por la Catedral hablando sobre José Zamorano Martínez, «un escultor de Hellín que gozó de gran popularidad y que nos dejó, Jesús de la Pasión en su Caída, Cristo de la Misericordia y Nuestra Señora de la Amargura, de 1960»,