Un síntoma llamado Lucas Vázquez

Diego Izco
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Al Real Madrid le irá siempre bien en la Copa de Europa porque incluso de la casualidad hace virtud. Contrasta con otros equipos sin alma, como el Inter, capaz de tropezar tres veces con la misma piedra

Un síntoma llamado Lucas Vázquez - Foto: JuanJo MartÁ­n

Lucas, lateral derecho, no es otra genialidad de Zidane. Lucas está ahí por la lesión de Carvajal, las ganas de hacer negocio de Achraf y ‘algo pasa con Odriozola’. Lucas, lateral derecho, es fruto de la casualidad y de la necesidad. Siempre estuvo ahí y jamás ocupó esa posición en la que lleva 10 partidos como titular… y el mundo blanco ya pide selección. Lucas es un estupendo eventual: es más el portero que sube a rematar que la conversión definitiva, ese Hierro mediapunta que bajó unos cuantos metros y vive en el imaginario popular como uno de los mejores centrales de la Historia. Pero por encima de todas las cosas, Lucas, lateral derecho, es el síntoma de esa ‘flor’ que acompaña a Zidane en esta competición: el mismo equipo con el mismo entrenador que hicieron el ridículo hace una semana en Kiev, los que perdieron los seis puntos ante el Shakhtar Donetsk y empataron de milagro en Möenchengladbach… primeros de grupo. Ha salido genial, pero Lucas es coyuntural. Modric y Benzema (¡Qué exhibición!) son estructurales. 

 

Los cuatro

En efecto, el equipo español que más palos se ha llevado esta primera fase es el único que estará en el bombo 1. Al 2 se irá un Sevilla que lo hizo casi todo bien menos reservar a sus titulares para encajar un 0-4 ante el Chelsea (y después, con los titulares, un 0-1 ante el Real Madrid en Liga); también irá un Atlético predestinado desde el baño inicial en Múnich (4-0); y por primera vez irá al bombo 2 una escuadra que ganó sus cinco primeros partidos, el Barça. Lo hace porque anticipó su habitual noche negra europea, una de esas chapuzas incomprensibles que puede salirle muy cara en el sorteo. España, en efecto, metió a sus cuatro representantes. Igual que Alemania. A Inglaterra le faltó el United para firmar el pleno. Y a Italia… el Inter. 
Antes de analizar el drama ‘nerazzurro’, propio de equipos con la capacidad competitiva de un tubérculo, si las cuatro grandes Ligas colocaron a 14 de 16, ¿los otros dos? Un francés (PSG) y un portugués (Oporto). Ni un invitado sorpresa en el gran mantel de octavos de final. Ni un ucraniano, un ruso, un húngaro, un escandinavo, un holandés, un turco o un griego. Nada. Más allá del ‘capital’, el fútbol empieza a ser un páramo. 

 

Sin alma

Y ahora sí, ‘lo del Inter’. Tras dejarse ganar los dos partidos ante el Real Madrid quedó escrito en muchos lugares: «Una buena plantilla, un equipo sin alma». Por tercer año consecutivo, estaba en su mano: ganar era meterse en octavos… y por tercer año falló. Hace dos debía ganar al PSV; el pasado, a un Barça plagado de suplentes; el pasado miércoles, al Shakhtar. Fue incapaz de hacerlo. Cuando todos los jugadores parecen capacitados para cumplir con los objetivos (pasar a octavos o disputar la Europa League como pobre consuelo) y no se cumplen, casi todas las miradas acaban en el entrenador. Y seguro que Antonio Conte, el técnico con cara de villano de un ‘spaghetti western’ de Sergio Leone, tiene una buena cuota de responsabilidad. Pero también la Historia decadente del club, que dio un respingo contra todo pronóstico en 2010 con Mourinho y pensó que todo estaba hecho... cuando realmente su época de gloria (las dos Copas de Europa consecutivas) lleva sin regenerarse desde 1965.