Vía libre para Maduro

M.R.Y. (SPC)-Agencias
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La oposición ha decidido no presentarse a las parlamentarias de diciembre, lo que dejará la Cámara totalmente en manos del chavismo

El jefe del Ejecutivo caribeño volverá a controlar el órgano legislativo - Foto: MANAURE QUINTERO

La oposición venozalana ha vuelto a plantarse. Si ya en mayo de 2018 decidió no concurrir a las presidenciales, argumentando que esas elecciones -que ganó Nicolás Maduro con un 67,8 por ciento frente a dos antichavistas que sí optaron por presentarse- no eran transparentes, ahora, de cara a las parlamentarias previstas para finales de año, repetirá su ausencia en las urnas.

Su boicot cobra especial importancia porque el antichavismo, al no presentarse a los comicios para renovar la Asamblea Nacional, deja vía libre para que el oficialismo retome el control de este órgano, que desde las elecciones de 2015 está en manos de sus detractores tras un histórico triunfo.

«Queremos elegir, pero estas no son elecciones. En estas condiciones es imposible. Los venezolanos no podemos acudir a ese teatro electoral», aseguró esta misma semana la diputada Nora Bracho, del partido centroizquierdista Un Nuevo Tiempo, en referencia a varias irregularidades que la oposición denuncia «han viciado» la convocatoria.

Las palabras de Bracho fueron, al tiempo, una reiteración de la decisión antichavista después de que 27 organizaciones políticas antichavistas adelantasen en un comunicado que no asistirán a los comicios legislativos, por considerar que no serán libres y competitivos y, por tanto, «serán un fraude». También Juan Guaidó, uno de los dos presidentes de la Cámara -en la actualidad el Parlamento cuenta con dos directivas que aseguran controlarlo- secundó la idea. «Rechazamos la farsa, ahora debemos movilizar esa mayoría que quiere vivir con dignidad», apuntó.

La decisión recuerda a la que ya tomó en 2005, cuando no se presentó a las parlamentarias de ese año y dejó en manos del oficialismo el control total de la Cámara. En aquella ocasión, el Gobierno del entonces presidente Hugo Chávez apenas se enfrentó a las críticas internacionales, mientras que la oposición vio diluida su influencia entre los votantes durante años.

El antichavismo ha dicho desde hace más de un lustro que en Venezuela no hay condiciones para ir a elecciones libres y competitivas, si bien ganó ampliamente las legislativas de 2015.

Los opositores suelen apuntar, entre otras denuncias, que el Consejo Nacional Electoral (CNE) no es imparcial, el presunto ventajismo del chavismo y las trabas gubernamentales a sus partidos. Como respuesta, el Gobierno de Maduro negoció con algunos partidos opositores, de escasa militancia y sin control de espacios políticos, una renovación parcial del CNE que fue adelantada por el Supremo en vez del Parlamento, lo que generó el rechazo del grueso de sus detractores. Y después, el mismo Supremo emitió sentencias que dejaron a los principales líderes opositores sin el control de sus organizaciones, como pasó con el partido de Leopoldo López, Voluntad Popular (VP), o el del dos veces candidato a la Presidencia Henrique Capriles, Primero Justicia.

Puerta abierta

Aunque la decisión de la oposición era esperada, Maduro y los suyos apenas han reaccionado y el presidente se limitó a defender que las elecciones eran «impecables». «Van a participar partidos de oposición, liderazgo emergente de la oposición», añadió.

El antichavismo, a través de Guaidó, también ha advertido que celebrar los comicios en las actuales condiciones traerá más señalamientos al Gobierno, y que seguramente el medio centenar de países que no lo reconocen como presidente tampoco reconozcan los resultados de las parlamentarias.

Ante esta posibilidad, Maduro prometió la semana pasada que estas elecciones serán limpias y tendrán «puerta abierta» al acompañamiento internacional.

La oposición venezolana suele pedir que todos los comicios del país cuenten con observación de misiones electorales, como las tradicionales de la Organización de Estados Americanos o de la UE, y no acompañamiento internacional, al apuntar que la primera figura dispone de mayor capacidad para detectar y denunciar ante el mundo irregularidades. Pero el reglamento de la ley de procesos electorales vigente en Venezuela establece que solo los individuos, organizaciones o partidos locales pueden actuar como observadores. Una figura que, a la hora de la verdad, tampoco sería muy necesaria habida cuenta que solo concurrirá un bando y no habrá apenas opciones para elegir.