El Albacete Balompié lleva viviendo en el alambre demasiadas jornadas. El equipo manchego tomó el camino directo al descenso a base de malos resultados y la venda en los ojos que jornada tras jornada trataba de vender un Alejandro Menéndez cuya credibilidad se fue diluyendo como su insulso discurso de positivismo a pesar de lo que domingo tras domingo mostraba su equipo sobre el campo.
Los pobres resultados de los rivales son los que han mantenido vivo al Albacete, que con su victoria en Ponferrada logró un nuevo match ball que tendrá que pelear ante nada menos que el tercer clasificado, un Almería también experto en cambiar de entrenador pero por la exigencia de un ascenso directo que todavía tiene a tiro, aunque para ello deba ganar al Albacete y esperar el pinchazo del Mallorca, ya que su margen es tan mínimo como las esperanzas de salvación del Albacete.
Con el certificado de defunción casi firmado, Noguerol mantendrá el sistema de cinco atrás que mostró en Ponferrada porque sabe que la única manera de ganar en Almería es cubrirse bien las espaldas y no encajar a las primeras de cambio, como nos tenía acostumbrados el equipo de Menéndez a pesar de que el equipo lo estuviera haciendo «muy bien» como decía el asturiano en cada comparecencia.

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