'El Juli' abrió la puerta grande y Miguel Ángel Perera se la cerró con la espada

PEDRO J. GARCÍA
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El cierre del abono tuvo como invitada a la lluvia, en un festejo de expectación con un encierro desigual de los toros de Daniel Ruiz en el que destacaron segundo y cuarto

Pase de pecho de 'El Juli' al cuarto de la tarde. - Foto: J.M. ESPARCIA

Dada la expectación de la décima de abono, por toros, los de Daniel Ruiz, ganadería triunfadora del año pasado, y por los toreros, con el autor de la mejor faena de 2013 -El Juli-, el triunfador - Miguel Ángel Perera- y el torero que cortó tres orejas en su primera tarde del abono -Sebastián Castella-, uno sacrificó unos minutos de la siesta para ver el parte metereológico y la previsión, confirmada vía internet en la página de Aemet, era de que hoy no llovía. Uno se ilusionó, como con la corrida, pero la cruda realidad es que después le cayó el chaparrón, como a todos los presentes en la plaza, porque las previsiones no se cumplieron en una tarde de gran expectación, pero que estuvo demasiado aguada en muchos momentos.

Entre tanta agua, el mejor para do fue El Juli, porque es un buen cazador que no desaprovecha la pieza, como hizo ayer, con el encastado cuarto, un toro al que realizó una faena de mucho mérito para desorejarle y abrir la puerta grande en su única comparecencia. El diestro madrileño volvió a demostrar su maestría, tanto con el deslucido primero como con el encastado cuarto. Es torero de la casa, de Daniel Ruiz, y entiende a estos toros como nadie, tal y como demostró ayer. Por el primero, muchos de los toreros punteros del escalafón no hubieran dado ni un céntimo -que las pesetas pasaron a mejor vida, como tantas buenas cosas del toreo-, pero el madrileño le realizó una faena maestra, ligando y siempre hacia adelante, tapando carencias de un estado al que remató con una estocada trasera y caída. Escuchó palmas.

Lo del cuarto fue otra historia, porque el toro tuvo mejor condición y El Juli no lo desaprovechó, porque en su única comparecencia en la Feria no quería que sus compañeros le mojasen la oreja, porque es torero con raza, toda la que sacó en los buenos lances de recibo a un toro que empujó con un pitón en el caballo. Decidido se fue a los medios a brindar. Y con la maestría que le caracteriza templó las embestidas de un toro que tuvo un calamocheo molesto, hasta que el torero lo metió en el cesto para cuajar una faena de mucho mérito y firmeza, con templadísimos naturales y poderosos derechazos, sin obviar que también estuvo poderoso y firme en los pasajes finales, con ajustados circulares y lucidos cambios de mano. Tenía el triunfo en la mano y, pese a la estocada desprendida, cobró dos orejas que le abrían, una vez más, la puerta grande.

FALLO A ESPADAS. Perera no pudo redondear su Feria y por ganas no fue, sino por el fallo con los aceros. El público, otra vez entregado, le ovacionó antes de que saliese al ruedo a recibir al primero de su lote, con el que se desmonteró Joselito Gutiérrez, tras completar un buen tercio de banderillas. El maestro comenzó su faena por bajo, con gusto, par ligar con la derecha series templadas de muletazos largos, hondos, como es el toreo actual de Perera. El encastado astado tropezó la muleta en las siguientes series, pero Perera siguió firme, para sacar templados naturales en una faena en la que, con el toro más parado, redujo las distancias y siguió igual de firme y poderoso, valiente y con mando en plaza. La pena fue el feo metisaca que precedió a la estocada, porque, aunque hubo petición de oreja, todo quedó en una sentida ovación.

En pleno aguacero, Perera, en su plaza de Albacete, se entregó con el sexto, al que recibió con una larga cambiada, pero el toro no tuvo fijeza en el capote, al igual que en el caballo. Le dio igual, porque el poderoso Perera tenía metido en la cabeza el triunfo y le recetó un lucido quite con personales tijerinas. Brindó al público y se clavó de hinojos para ligar, templar y mandar en una intensa serie que remató con un interminable pase de pecho. Ya, en posición vertical, se sucedieron las series por el pitón derecho, con mano baja, temple y mando, con la entrega de una figura del toreo en momento tan desapacible, pero los grandes se vienen arriba ante la adversidad y Perera lo hizo, porque su único objetivo era abrir, otra vez más , la puerta grande, de lo que sólo le privó el fallo a espadas, tras un lucido remate con ajustadas bernadinas. Fue una oreja física la que paseó, pero moralmente también salió por la puerta grande de su plaza de Albacete.

Castella vivió el momento agrio de la tarde, cuando se dirigió a brindar al respetable en el primero de su lote, un toro protestado por falta de trapío, pero que luego tuvo clase, nobleza y entrega. El diestro lo aprovechó en una faena en la que ligó los muletazos y templó a un astado que tuvo codicia, hasta que se apagó en el tramó final, donde el francés se excedió en la distancia corta, lo que le llevó a escuchar un aviso. Tras una estocada desprendida paseó una oreja. Firme estuvo con el quinto de la tarde, tanto con los lances de recibo como en su faena de muleta, porque el toro tuvo sus complicaciones y poco fijeza. Remató con una estocada casi entera que le valió para escuchar una ovación en una tarde que se aguó.