«El campo es una vocación, te tiene que gustar»

E.F
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«La ganadería me viene de familia, de mis abuelos y de mis padres»

Esther se hace un 'selfie' con sus ovejas - Foto: E.M.

En 2018, Esther Martínez dio el salto con el que muchos sueñan, pero pocos llegan a dar, esto es, cambió de vida. Aunque más que cambiar de vida, lo que hizo fue volver, literalmente, a sus raíces, pues dejó una carrera en el sector de la hostelería por el mundo en el que había vivido desde niña, el de la ganadería, así que su historia no es la de una urbanita que descubrió el campo, sino la de alguien que sabía muy bien dónde se metía, con sus ventajas, pero también con algún que otro inconveniente.

¿Le costó mucho decidirse a dar el paso?

No demasiado, porque sabía muy bien lo que hacía. La ganadería me viene de familia, de mis abuelos y mis padres, aunque profesionalmente no empecé en la granja, primero me dediqué a la hostelería pero, hace cosa de un año, la cabra tiró al monte literalmente y me volví al campo.

Así que tenía conocimiento de causa.

Jamás podría decir que me metí en esto sin conocerlo, porque me tiré toda la infancia corriendo detrás de las ovejas y las cabras y, bueno, tampoco perdí el contacto con la explotación familiar, siempre estuve yendo y viniendo del pueblo.

¿Cómo es su explotación?

Es de tipo extensivo y entre ovino y caprino tenemos unas 698 cabezas de ganado de aprovechamiento para carne en Isso. No es lo habitual, lo sé, porque casi todas las explotaciones en Albacete son de producción láctea, pero mi padre ya tenía su propia cartera de clientes, que heredé por así decirlo, y yo he ido haciendo nuevos clientes, así que poco a poco la granja va saliendo adelante. 

¿Qué fue lo más duro al dar al salto?

El mayor agobio es el económico. Con las ayudas, la PAC y las ayudas específicas para los jóvenes, se puede empezar, pero los plazos de las ayudas a veces se estiran tanto que el dinero llega justo cuando ya empiezas a estar con el agua al cuello. Todo tiene que tener sus plazos, claro que sí, pero estaría bien acortarlos, porque a veces tienes la sensación de que te estiran la cuerda más de lo debido. 

Y encima está todo el lío del papeleo y la burocracia. 

A ver, es cierto que te piden un montón de papeles. No es echar la instancia y que te lo den al día siguiente y sí, tanta burocracia a veces abruma un poco. Pero también hay que mirarlo por el otro lado, es decir, la ayuda para la incorporación es a fondo perdido, no estaría bien que se la diesen al primero que pasa, así que entiendo que te exijan tantas justificaciones porque son fondos públicos, dinero de todos, y hay que demostrar que está bien gastado, por ti y por todos los que confían en ti.

¿No cuesta mucho echar tantas horas en el campo, en comparación a los trabajos de la ciudad?

A mí no me cuesta. El campo es una vocación, te tiene que gustar mucho y yo lo tengo muy claro. Pero ¿es que en los demás trabajos no se echan horas? Cuando trabajas en la hostelería, te toca estar al pie del cañón justo cuando el resto del personal se divierte y también se echan horas y horas, las que hagan falta si por ejemplo es un día de fiesta grande, como la Feria. 

¿Y cómo es su vida ahora?

Pues llevo una vida sana, en la que se trabaja mucho, sí, pero que tiene sus compensaciones. Hoy, por ejemplo, me ha tocado estar  en el tajo a las cinco y media de la madrugada, pero ahora, a media mañana, estoy en casa, tranquila con mis perros, justo cuando los demás aún empiezan. Lo dicho, todo trabajo tiene sus ventajas y sus inconvenientes, pero si el campo te gusta y estás dispuesto a asumir lo que supone vivir de él, para mí es lo mejor.