Esclavos de la comida rápida

Ana Martínez
-

El número de 'riders' se triplica en la capital en apenas cinco meses e incorpora un nuevo perfil de padre y madre de familia necesitados de un salario, aunque sean muy precarios

Imagen de varios repartidores de comida rápida. - Foto: Rubén Serrallé

Son el reflejo de la esclavitud, pero en el siglo XXI. Ni sentencias ni jurisprudencia han servido para que los riders en Albacete formen parte de las plantillas como trabajadores por cuenta ajena de las plataformas que los avisan para recoger y entregar la comida que se sirve a domicilio.

Se reconoce como rider (jinete en su traducción) a los repartidores que, independientemente del vehículo que utilicen, trabajan mayoritariamente para aplicaciones móviles como Uber, Glovo y Deliveroo, plataformas que nacieron para cubrir el servicio a domicilio de cadenas y franquicias, esencialmente de comida rápida.

Las condiciones laborales de estos repartidores son pésimas. Aún así, el número de ellos se ha triplicado en la capital en apenas cinco meses, pasando de los 25 riders autónomos que estaban en activo antes del 15 de marzo a los más de 60 que reparten en estos momentos, a los que hay que sumar los contratados por una flota que gestiona un empresario hostelero de la ciudad y que, según denuncian, les hace una «competencia desleal». 

Igualmente, las consecuencias que está teniendo el estado de alarma en el mercado laboral ha provocado que vaya cambiando el perfil de estos riders, al que se están incorporando padres y madres de familia que superan los 50 años y que tienen necesidad de llevar un salario a casa, aunque sea paupérrimo.

Porque si hay un problema común que une a todos estos repartidores de comida rápida, ya estén contratados por cuenta ajena o se les obligue a darse de alta como autónomos, es la precariedad, pues a pesar de las horas semanales que le dedican al reparto, apenas superan los 700 euros de salario mensual neto.

Lydia, Rubén, Marcelo y Gabriel esperan el aviso de cualquiera de las app para las que trabajan en la avenida de la Estación, frente a Vialia, donde se encuentra uno de los restaurantes de comida rápida de la ciudad y desde donde salen la mayoría de los pedidos, junto con Imaginalia y el centro comercial Los Llanos. Se encuentran en ese punto entre las siete y las ocho de la tarde y pueden estar esperando el aviso de un reparto entre un minuto o tres horas. Porque las plataformas controlan hasta lo increíble; no solo su disponibilidad, sino su rapidez, sus movimientos, la satisfacción de los clientes a la hora de entregar la comida… Eso sí, sin contrapartida alguna.

MÁS INFORMACIÓN EN EDICIÓN IMPRESA