«La universidad no atrae talento extranjero por burocracia»

Maite Martínez
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«Investigar es una inversión a largo plazo. Si no hubiera dedicado seis años a la tesis, mi cuenta seria otra»

Imagen del presidente de la asociación Facultad Invisible, Nicolás Valiente. - Foto: José Miguel Esparcia

Nicolás Valiente (Alcalá del Júcar, 1987) prepara las maletas para marcharse a Oslo. Ingeniero forestal y químico, este joven albaceteño fue Premio Nacional Fin de Carrera en dos ocasiones y acaba de terminar su tesis, a caballo entre la Universidad de Castilla-La Mancha y la de Viena. Ahora cambiará sus investigaciones sobre los procesos naturales de descontaminación en la laguna de Pétrola por los lagos del Ártico gracias a un contrato postdoctoral que la ha ofrecido la universidad noruega. Como presidente de La Facultad Invisible que es, hablamos sobre esta asociación y el panorama universitario actual.

Acaba de doctorarse y se marcha a Noruega, ¿no le queda otra?

Muy a mi pesar me tengo que ir y suerte que me quedo en Europa. Las plazas que convocó la comunidad autónoma no se han adjudicado aún, pese a que el plazo para resolver ya se superó, y el Ministerio que debía resolver ahora la adjudicación de las becas postdoctorales, acaba de publicar una moratoria de 11 meses. Después de llevar un año esperando, ¿qué haces, te quedas y que luego no te la den? Esto es lo que dificulta la estabilidad en la investigación y la carrera académica. El Ministerio se ha comprometido a publicar un calendario con todas las convocatorias, estaría bien, al menos sabrías a qué atenerte. 

Tanta inestabilidad, ¿no hace huir de la universidad a los alumnos más brillantes?

Hay una inestabilidad muy grande en el mundo académico. Brillantes o no, cuando alguien decide quedarse y hacer la tesis luego se encuentra que el factor azar juega un papel muy importante a la hora de poder continuar, pues todo depende de que en ese momento y en ese lugar se oferte una plaza adecuada a su perfil. Es una carrera de fondo y por mucho que se mejoren las becas y contratos, siguen siendo insuficientes. No quiero ponerme tremendista, se van abriendo oportunidades, pero hay que ver de dónde partimos e ir del cero al 100 es complejo. 

Ahí está el eterno problema de la financiación...

Entiendo que no siempre es fácil acompasar la oferta con las necesidades, es cierto que hay otros campus y universidades que en algunas titulaciones tienen más profesores que alumnos. Pero también lo es que el porcentaje de universitarios que hace la tesis es pequeño. Es una lástima, pero en España no se valora tener una tesis y eso que para quien la hace supone un coste de oportunidad. Si los seis años que he invertido en investigar me hubiese ido al mercado laboral, mi cuenta corriente sería otra. Investigar es una inversión a largo plazo, te da otras capacidades, más allá de los conocimientos técnicos, y es una pena que la empresa privada no lo valore. En otros países tener el doctorado es un plus, aquí hay muchos doctores que lo omiten en sus currículums. La empresa mucha veces solo ve que por su categoría le tendrá que pagar 100 más, pero no se fija en las capacidades que te da el doctorado, más aún si has hecho una estancia en el extranjero, esa persona seguro que tiene otras capacidades de adaptación, una mayor red de contactos… La sociedad tiene que empezar a ser consciente de esto y darle su valor. 

Vayamos al principio, ¿qué es La Facultad Invisible?

Nació en 2014, aunque surgió para reunir a los estudiantes que habían sido Premio Nacional de Fin de Carrera y una buena parte de sus socios lo son, es una asociación que tiene las puertas abiertas a toda aquella persona que quieran colaborar para mejorar la universidad española. 

¿Cómo surgió?

En 2013 en el acto de entrega de los Premios Nacionales, como protesta por los recortes que se estaban haciendo en Educación, algunos de los galardonados no dieron la mano al ministro y la respuesta de Wert fue poco menos que torearlos con el diploma. Resultó esperpéntico, por un lado y por otro. Y si bien ese no fue el motivo de crear la asociación, sí que dio lugar a que los galardonados siguiéramos en contacto y nació así La Facultad Invisible.

¿Cómo quieren contribuir a la mejora de la universidad española?

Queremos aportar una visión fresca de los problemas que apreciamos. El año pasado lanzamos un decálogo de cuestiones a resolver, sabemos que no depende de nosotros poner remedio, pero mantenemos buena relación con quienes toman las decisiones como son el Ministerio de Ciencia, con muchas universidades tenemos convenios y un contacto fluido con la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas. 

También tienen sus propios proyectos para mejorar el sistema, ¿en qué están ahora?

Estamos trabajando junto a la Conferencia de Rectores en la prevención de riesgos laborales, pues no todas las universidades cuidan este aspecto. Y no solo hablamos de formación en prevención por si te cae un reactivo en el laboratorio, sino también a nivel psicosocial. Las personas que están haciendo el doctorado tienen un 50% más de riesgo de caer en enfermedades mentales. También queremos que el Ministerio de Ciencia recupere las becas Séneca, el Erasmus a nivel estatal. Se sigue permitiendo el traslado de expediente por un año de una universidad española a otra, pero no hay ayudas. Estamos elaborando un informe sobre cómo repercutirían esas ayudas Séneca, pues favorecían el intercambio entre universidades. No se trata de meter el dedo en el ojo, sino de recuperar algo que funcionaba bien. 

Les preocupa la orientación de los alumnos en momentos clave, ¿no?

Sí, ahora estamos haciendo divulgación en los institutos, explicar a los futuros universitarios cómo es la carrera académica y cómo funciona la investigación. Por otro lado, a través de Twitter tenemos el proyecto ASK FI para dar respuesta a consultas rápidas, son preguntas que puedes hacer a la universidad pero que quizás por su burocracia tarda en contestar, nosotros ofrecemos un listado de especialistas para que quien tenga la duda pueda preguntarle directamente. Y, además, ofrecemos un programa de mentoring ya pensando en universitarios que están estudiando su carrera o el máster e incluso haciendo su doctorado, por si necesitan consejo hacia donde guiar sus estudios y su futuro laboral. 

La universidad, ¿sigue siendo el único ascensor social?

Hace 50 años, que alguien como yo, de padres trabajadores y abuelos agricultores, pudiera estudiar era impensable. El sistema universitario español es bueno, nuestras tasas no son disparatadas si nos comparamos con países como Inglaterra donde pagan unos 20.000 euros al año, aquí por 1.000 o 2.000 euros accedes. Pero por eso que funciona bien, hay que cuidarlo. En Austria, por ejemplo, todo hijo de vecino paga 20 euros al trimestre, solo si suspendes te penalizan y aún así como mucho se pagan 400 euros de tasa, una cantidad mínima para que los alumnos no dejen los estudios. Las tasas aquí varían de una comunidad autónoma a otra y en Castilla-La Mancha están entre las más bajas, si te vas a Madrid se paga el triple. Esta diferencia se ve con claridad en el doctorado, en Andalucía son 60 euros de tasa y en Barcelona en torno a 500, diez veces más, creo que sí que habría que facilitar más, siempre y cuando el estudiante aproveche la oportunidad. Y no solo porque tener una carrera te pueda abrir el mercado laboral, sino porque el paso por la universidad te da una visión y unas aptitudes personales muy buenas para la sociedad. Si formamos ahora a nuestra gente, el futuro nos irá mejor. 

Háblenos del decálogo, ¿qué cambios necesita en estos momentos la universidad española?

La burocracia es excesiva, y no digo que no sea necesaria, pero lo que no puede ser que un investigador que es top a nivel internacional pase más de la mitad de su jornada laboral haciendo papeles. Entiendo que cuando hay que pedir un proyecto sea el investigador el que lo redacte, pero luego hay muchas tareas de gestión económica que en otros países se solventan con un apoyo administrativo a los investigadores. La Fundación Conocimiento y Desarrollo acaba de publicar un ránking de universidades, donde por cierto la de Castilla-La Mancha no sale mal parada. En general, la universidad española ha aumentado en número de patentes y en publicaciones, aunque eso tiene su truco, muchas veces por la necesidad de publicar para conseguir la acreditación de la Aneca se tiende a publicar varias cosas mediocres en lugar de hacer una única publicación buena, es una lástima, pero el sistema degenera. Pero luego hay factores en los que seguimos siendo deficientes. 

¿Cómo cuáles?

Por ejemplo, en la presencia de profesorado extranjero. Y lo entiendo, la burocracia es horrible, aunque hayas estado 20 años en la mejor universidad de Inglaterra no se te valorarán si no consigues no se cuantas homologaciones y certificaciones, así no se atrae talento extranjero y el sistema se vuelve endogámico, no se facilita el intercambio de investigadores de un lado y de otro. 

¿Fracasa la universidad si no nutre a las empresas de los perfiles profesionales que necesita?

Surge la cuestión de si los planes de estudios no se ajustan a la realidad del mercado cuando se dan datos como que el 30% de los egresados no encuentran trabajo en los cuatro años posteriores a su titulación. Es cierto que hay planes que se adaptan más a los departamentos que existen en la universidad desde hace 20 años que al mercado laboral y que hay profesiones que surgirán dentro de 10 ó 15 años que no conocemos. Pero también lo es que la universidad es una institución que está al servicio de la sociedad y eso no significa que sus planes de estudio deban responder solo a la demanda del mercado. Hay disciplinas, como las Humanidades o las Ciencias Básicas que son conocimientos necesarios, que no deben perderse, por mucho que su tasa de empleabilidad sea baja. La universidad está para ayudarnos a abrir nuestra mente, a pensar y a formarnos como personas, más allá de que uno decida estudiar Filosofía y luego trabaje de otra cosa.