«España prometió a los saharauis su independencia»

Ana Martínez
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«Los saharauis salieron con lo puesto hacia un desierto, camino a ningún lugar y en mitad de la nada»

Imagen de María Porcel. - Foto: Rubén Serrallé

Estudió Arte Dramático porque quería ser actriz. Lo que no intuyó fue el enamoramiento que iba a sentir hacia el Pueblo Saharaui una vez que pisó los campamentos de refugiados de Tinduf, para producir el videoclip Haiyu, de La ChicaCharcos. Tal fue el amor interior que le surgió que María Morote Pérez, artísticamente conocida como María Porcel, creó la Asociación L’huria de Albacete para luchar por la libertad del Pueblo Saharaui, activismo que compagina como miembro activo de la sala EA! Teatro, con un curso sobre comunicación de trinchera del Grupo de Acción Comunitaria y difundiendo las causas justas en medios de comunicación de difusión nacional.

¿Cómo comenzó su relación con el Pueblo Saharaui?

Aunque desde niña ya oí hablar del Pueblo Saharaui, mi contacto directo se originó en una visita a los campamentos de refugiados. Cuando me quise dar cuenta estaba enamorada, porque el Pueblo Saharaui es así, tiene ese don, si vas sin corazas te cambia y acaba logrando que te enamores, vas creyendo que les vas a dar algo, pero son ellos los que te dan a ti. La vida, te dan la vida. Si eres una persona que se deja traspasar, hay algo con lo que cierras los ojos por la noche, lo que te hace abrirlos por la mañana y lo que incluso te hace hasta soñar, y ese es el Pueblo Saharaui, porque cuando te dejas hacer, las palabras justicia y libertad cobran otro sentido que aquí no llegamos a alcanzar ni a descubrir.

¿Cuáles son las condiciones de estas personas en los campamentos de refugiados?

Son condiciones de extrema necesidad y dependencia total y absoluta de la ayuda humanitaria. Distan mucho de las imágenes entre plásticos y lonas que vemos en campos de refugiados más actuales que están aflorando en los últimos años en Europa. Los saharauis salieron con lo puesto hacia un desierto, camino a ningún lugar y en mitad de la nada. Las mujeres se quitaban la melfha, la tela con la que cubren su cuerpo, para construir jaimas improvisadas para proteger a sus hijos de las inclemencias del desierto, siroco y un sol abrasador. Los saharauis huyeron de bombardeos con napalm y fósforo blanco, dejaron atrás su tierra, sus pertenencias y parte de sus familias y creyeron que volverían al día siguiente. Sin embargo, pese a estas condiciones de dependencia, ellos se sobreponen y con una sonrisa y una hospitalidad que nunca antes he vivido te hacen sentir como una más... En mitad de la nada y sin nada te hacen que ames ese lugar.

¿Con qué filosofía surge la Asociación L’huria Albacete?

La filosofía es cultural. Cuando viajamos allí descubrimos lo importante que es para ellos su cultura oral, las historias, canciones, leyendas, la poesía... Todo pasa de generación en generación a través de la voz y la palabra. Ellos dicen: «Cada vez que muere un anciano, muere parte de nuestra cultura», porque en la memoria de las generaciones más antiguas aún siguen vivas, aún perduran las historias de nómadas, de cuando sus pies tocaban el mar de su tierra y el clima devastador de la profundidad del desierto no arrasaba con la esperanza y la ilusión. Otro de los objetivos de L'huria es ser voz, plataforma para la palabra, para la difusión. No podemos olvidar que la situación del Pueblo Saharaui es la que es por el silencio y el abandono de la comunidad internacional y es por ello que queremos dar voz. Nos parecen importantes programas como Vacaciones en Paz y la caravana solidaria, pero si solo nos centramos en eso nos olvidamos de que la lucha está en ayudarles a regresar a su tierra.

¿Y cómo lo va a hacer la asociación, hasta dónde quiere llegar?

El objetivo es ver un Sáhara libre e independiente, a través de la difusión, de ser ese espacio y lugar para contar, transmitir y dar a conocer su realidad. Para nosotras hoy en día es más útil que tres jóvenes scouts se interesen por lo que ocurre en el Sáhara Occidental, que mandar unos paquetes de arroz, porque nuestro objetivo es terminar con esa situación de injusticia y abandono. Si algo bueno podemos sacar de esta lucha, es la unión entre asociaciones, colectivos, personas, etc. Esto no es una lucha de egos, es una lucha en común para lograr un objetivo muy grande, ambicioso, pero posible, porque son muchas las manos y las voces que lo estamos intentando lograr.

El pasado 14 de noviembre se cumplían 45 años de los acuerdos tripartitos entre España, Marruecos y Mauritania. Por contextualizar, ¿qué pasó aquel 14 de noviembre de 1975?

Aquel 14 de noviembre se sentaron España, Marruecos y Mauritania y, dicho de manera coloquial y para que todo el mundo me entienda, España les dijo: «Mirad, os dejo este trozo del pastel que me tocó en el reparto de las colonias, haced con él lo que queráis, a mí me da igual». Pero sin que nadie lo sepa, la dueña de dicho pastel sigue siendo España. Es la potencia administradora del último territorio pendiente de descolonización en África. Estos acuerdos se firmaron violando numerosas leyes internacionales, bajo manga y de manera cobarde y sutil. España prometió a los saharauis que les daría su independencia, pero abrió literalmente las puertas al ocupante marroquí, dejando que la invasión en la nefasta marcha verde -o como los saharauis prefieren llamarla marcha negra-  se perpetrara, haciendo caso omiso a los gritos de auxilio y libertad de la población saharaui. Cabe recordar que tribunales como la Audiencia Nacional española calificaron los ataques sistemáticos contra la población civil saharaui de genocidio, pero eso no parece haber sido suficiente para que los distintos gobiernos que han pasado por España hayan decidido hacer algo. A su vez, la Resolución 1514 jamás se ha respetado ni llevado a cabo aunque sea la propia ONU quien la dictaminó. En ella se establece el derecho de los pueblos coloniales a la libre determinación de su condición política y a perseguir libremente su desarrollo económico, social y cultural; a la vez establece la obligación de respetar la integridad territorial de estos pueblos y a traspasar inmediatamente los poderes a los pueblos de estos territorios.

¿Por qué 45 años después todo está sin resolver? ¿Qué intereses hay para que no se celebre el referéndum de autodeterminación?

Se juntan dos factores, primero, no interesa económica ni políticamente. El Sáhara Occidental es un territorio lleno de recursos naturales: pulpo, sardinas, tomates, arena, minerales y fosfatos. Más del 50% de la producción de pulpo del planeta procede del Sáhara Occidental y aunque en la etiqueta ponga origen marroquí, es saharaui, pero nunca lo van a indicar. Al final todo esto se reduce al chantaje y a las transacciones económicas y capitalistas que mueven el mundo. El segundo factor es que los saharauis no son nada mediáticos y siento decirlo así. Están refugiados en una parte del desierto de Argelia en la que no molestan, no incordian, no están de camino a ningún sitio, ni en mitad de una gran ciudad europea, son los eternos olvidados. Además como son un pueblo pacifista que no molesta, que no pone bombas sino banderas, nadie se gira a mirar hacia donde están. Son las actividades comerciales las que perpetúan la ocupación, ya que son numerosas las empresas transnacionales, así como los gobiernos a nivel mundial, que se benefician de ese expolio. Mientras el ocupante siga contando con esos apoyos económicos y gubernamentales, la ocupación se seguirá perpetuando.

¿Entiende la declaración del estado de guerra del Frente Polisario?

Una cosa es entender y otra compartir. Siempre he sido y seré pacifista, no solo por el hecho de que arrebatar una vida me parezca un acto terrible, sino porque siempre pienso que son inocentes los que van a defender una causa con las balas por delante, pero ahora he descubierto otra dimensión que va más allá y es la de poner voz, ojos, historia, caras, el sonido de sus risas, sus sueños... Llegada a este punto he de decir que el alma se te rompe y se quiebra en pedazos, porque ellos son inocentes, han sido víctimas y lo seguirán siendo. Muchos han nacido refugiados y ahora les toca luchar porque nadie, y me incluyo, ha hecho algo o lo suficiente. No se puede someter tanto a los seres humanos, pues la condición humana en sí misma es la libertad.

¿Cómo y hasta qué punto le afecta a España, teniendo en cuenta la relación, fundamentalmente social y familiar, que existe con el Pueblo Saharaui?

A nivel burocrático, económico o moral no le afecta, como no le ha afectado durante estos 45 años desde que se les vendió y abandonó o desde los 29 que han pasado desde que se firmó el alto el fuego. Y en esa España incluyo a la política y a la población que no sabe o no quiere saber. Pero hay una parte de la ciudadanía que está destrozada, que no duerme, que escribe a todas horas, grita, llora de rabia, hace llamamientos, manifestaciones, pero sobre todo se cuestiona si teníamos que haber hecho más, porque esto no debería haber pasado. Es en la moral, en la ética y en las almas de esa parte de la población en la que palpita la dignidad, la lucha y la resistencia que el Pueblo Saharaui nos ha enseñado estoicamente durante todos estos años, así que ahora más que nunca se trata de apoyar, pero sobre todo de luchar.

¿Cuál sería la solución?

Es complicada, porque cuanto más se deja un problema sin resolver más se enquista y la bola se hace tan grande que es difícil buscar como deshacerla. No sé muy bien en qué orden enumerarlo, pero la primera, sin lugar a dudas, es la libertad y la autodeterminación del Pueblo Saharaui. Deben y tienen que volver  su tierra, tanto los refugiados como los que están en la diáspora, pero han de volver a una tierra en paz, donde torturas, violaciones de Derechos Humanos y desapariciones no estén a la orden del día. Para ello se debe dejar que sea el gobierno de la República Árabe Saharaui Democrática el que tenga el control del territorio, porque esa tierra es, ha sido y terminará siendo de los saharauis. No creo que echar a generaciones de marroquíes que han nacido ahí forme parte de la solución, porque además no creo que los saharauis le hiciesen eso a quien se lo hizo a ellos, pero sí reconocer la soberanía de la RASD y ponerla en práctica. Por último y no menos importante, llevaría a cabo juicios de guerra, porque si la ONU fue creada tras un genocidio como el de Alemania en la II Guerra Mundial para que aquello no volviese a ocurrir, ¿a qué se dedica ahora? Hay incluso una misión especial de las Naciones Unidas para la celebración de un referéndum que no ha hecho nada durante estos 29 años, ni referéndum ni mantener la paz. Por ello sí realizaría unos juicios, como los de Nuremberg, porque hay nombres, caras e identidades de verdaderas máquinas de torturas, violaciones a mujeres y asesinatos entre las fuerzas armadas del ejército marroquí, que han estado actuando impunemente y reiteradamente y sin ser juzgados durante estos casi 45 años.

¿Qué pueden hacer los españoles desde sus localidades?

Sobre todo unirnos, dar difusión, participar en la recogida de firmas, asistir a las concentraciones, compartir las publicaciones que hablen de lo que está ocurriendo, dar espacio para contar lo que ocurre. Pero sobre todo gritar, hablar, contar, difundir, proclamar, manifestarse, unirse, escribir, no tener miedo, resistir, persistir y luchar, luchar sin parar, como ellos nos han enseñado... Se lo debemos, sin perder de vista en el horizonte, y cada vez más cerca, las palabras: dignidad, justicia, paz y libertad.