El paro 'castiga' a mayores de 45 con discapacidad

Ana Martínez
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La falta de cualificación y formación, el incumplimiento de la cuota de reserva en las empresa ordinarias y la persistencia del miedo y de los prejuicios ralentizan la incorporación del colectivo al mercado de trabajo

Imagen de una silla de ruedas. - Foto: Eugenio Gutierrez Martinez

Sueñan con un empleo, pero dicen ser conscientes de que su discapacidad es un obstáculo para acceder al mercado de trabajo y una barrera para ejercer en puestos de responsabilidad. El empleo está muy presente en sus inquietudes, como eje fundamental que favorece la autonomía e independencia, la auto realización personal, la normalización e inclusión sociolaboral.

La verdad es que se ha avanzado si echamos la vista 20 años atrás. Pero el progreso está siendo muy lento y perpetúa la desigualdad y la discriminación de las personas discapacitadas frente a las que no lo son. A lo largo del año pasado, 217 trabajadores con alguna discapacidad accedieron a un empleo en la provincia de Albacete. La calidad no es diferente a la que encuentran los nuevos empleados sin discapacidad: precaria. «Ahora tenemos más ofertas de empleo, pero suelen ser de pocas horas, con contratos muy cortos en el tiempo y por obra y servicio», explica Yolanda Sancho, responsable de empresas de Inserta Empleo en Castilla-La Mancha, la entidad de recursos humanos de la ONCE.

Estos más de 200 nuevos trabajadores con discapacidad permiten un crecimiento del empleo del cinco por ciento. Aún así, todavía en pleno siglo XXI, las personas con discapacidad apenas representan el 1,2% sobre el total de contratos en esta provincia: «Es fundamental trabajar la mentalidad empresarial para normalizar la discapacidad y hacerles entender que no solo vean sus limitaciones, sino también sus capacidades», dice Pilar Moreno García, orientadora laboral en Cocemfe Albacete.

Por tipos de discapacidades también hay notables diferencias. Según refleja el Informe de Mercado de las Personas con Discapacidad de 2018, elaborado por el Servicio Público de Empleo Estatal (Sepe), casi el 50% de los 4.283 empleados que se encontraban contratados a finales de año en Albacete eran personas con discapacidad física, concretamente 1.990, mientras que 450 tenían declarada una discapacidad psíquica, 417 sensorial y 10 en el lenguaje. Los que faltan, 1.416, se encuentran en el epígrafe discapacidad no declarada. «El empleo avanza en el colectivo de las personas con discapacidad, pero todavía queda mucho camino por recorrer, sobre todo con la discapacidad intelectual, porque requiere de apoyos y el empresario suele tener mucho miedo a que el empleado no cumpla con sus funciones, cree que la persona con discapacidad intelectual es infantiles y que no va a cumplir con las ratios ni niveles de otros compañeros», subraya Rosario María Felipe, responsable de Empleo de la Fundación Asla, la entidad de Asprona encargada de la inserción de sus usuarios en las empresas ordinarias. En este sentido, Yolanda Sancho pone el acento en la diferencia que existe en el número de discapacidades, de forma que «la física es la más abundante y la sensorial registra una población muy baja, por lo que es normal que las personas con discapacidad sensorial que están trabajando sean muchas menos».

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