A falta de poco más de un mes para que Ciudadanos celebre su Asamblea General y, presumiblemente, Inés Arrimadas García sea su presidenta, son varias las voces en el seno de la formación que critican abiertamente, como el vicepresidente castellano y leonés, Francisco Igea, o entre susurros a lo garganta profunda -como Antonio Espinosa-, el acercamiento de la jerezana a los populares, que llevan desde el pasado verano animando a los liberales a que se alíen con ellos bajo una misma marca, España Suma, que supone una extrapolación de un experimento que en las generales de abril funcionó a medias: Navarra Suma.
Lo curioso es que la portavoz de Cs tan solo ha propuesto recoger el guante lanzado desde Génova. "En este momento no cabe hablar ni de líneas rojas ni de nada parecido porque estamos en un momento muy inicial de esta propuesta, la cual tendrá que pasar por la Gestora, ser aprobada allí y después empezar a negociar", señaló el pasado martes Edmundo Bal, brazo derecho de la jerezana y que suena con fuerza como secretario general.
Para algunos, el España Suma que le propuso una y otra vez Génova 13 a Alcalá 253 -sede central de Cs-, tras los repetidos noes del antiguo líder del bloque liberal, se llegó a convertir en un movimiento estratégico más que en otra cosa. El mensaje era muy sencillo: si gobernamos con Ciudadanos en Andalucía, Comunidad de Madrid, Castilla y León y Murcia, si realmente es un partido de centro derecha como nosotros... ¿Para qué seguir votándole?
Así, cada vez que Casado le afeaba a Rivera que no se le uniera, realmente no estaba intentando convencerle a la desesperada -contaba con las calabazas-, sino que apelaba al voto útil que, gracias a la imagen que proyectó el palentino en campaña de alejarse de Vox, funcionó en noviembre y dejó en la Unidad de Cuidados Críticos a Ciudadanos.
Para algunos expertos juega con fuego la andaluza al estar abierta a caminar de la mano, en un matrimonio blanco, con el líder conservador, que no deja de erigirse en el político que reagrupará a la derecha, olvidando que Cs es de centro, aunque en el pasado más inmediato no lo pareciera. Esta semana se dirigió a los electores de Cs y a los de Vox... Hasta su portavoz, Cayetana Álvarez de Toledo, en un tono rayano en la euforia, llegó a decir que eso era lo que hizo Aznar y que Casado era un digno sucesor para «reunificar» toda la derecha. Ambos han sido algo imprudentes -y bisoños- en esas declaraciones, pues pueden echar todo a perder.
galicia, la ‘joya’. Pero la contraoferta de Arrimadas tiene truco: Galicia. Sí, podrán coincidir en una plataforma PP, Cs y otros bloques constitucionalistas en Cataluña, donde los populares tienen una presencia testimonial. También en Euskadi, donde habrá elecciones antes de octubre. Pero la joya de la corona es Galicia y ahí su líder, Alberto Núñez Feijóo, un gran estratega que podría dar lecciones a sus dos compañeros, ha sido un muro. Y es que la presencia naranja es testimonial. La tensión va in crescendo.
Hasta la marca de la "plataforma transversal constitucionalista" que propone la jerezana, que la sacó el primer día que le puso ojitos al PP, es toda una declaración de intenciones: Mejor Unidos.
Dicen sus detractores que corre el riesgo de que se diluya el partido con este movimiento, pero quizás olvidan que, con las encuestas en la mano, lo que se diluiría podría ser el fracaso en las urnas. Porque no es lo mismo que se estrelle Ciudadanos a que lo haga una agrupación. No es lo mismo que se hunda Lorena Roldán, una política con un futuro brillante, que otro. Como Manuel Valls, que a pesar de acabar muy mal con Rivera podría ser repescado por la andaluza. Cosas más raras se han visto. Además, hay otro dato: el PSOE de Sánchez de ahora no tiene nada que ver con el de abril.