El fin de semana, un atracador irrumpió en una gasolinera situada en la Avenida de La Roda, con la cara cubierta por un pasamontañas y una pistola en la mano. El problema es que no contaba con la sangre fría de José Manuel, el responsable de la estación de servicio, y de la empleada de la misma, pues entre ambos consiguieron frustrar el robo.
Los hechos sucedieron el sábado por la noche, según recuerda el propio José Manuel Osorio: «estábamos solos, la chica y yo, y entró un individuo con un pasamontañas y una pistola, se puso a amenazarnos, pero en un descuido que tuvo la chica se escapó, así que nos quedamos él yo, solos».
Ante la posibilidad de que la empleada pudiese encontrar a alguien que pudiese pedir ayuda, José Luis se encaró con el asaltante, quien estaba cada vez más desconcertado. Tras una fuerte discusión «a gritos» y viendo que crecían las posibilidades de verse descubierto, el ladrón salió a la carrera y se perdió en la oscuridad.
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