Solo un sucedáneo

C. Guzmán
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El partido entre el Albacete y la UD Las Palmas volvió a poner en evidencia la distorsión de la competición a todos los niveles

Un zaguero visitante comete falta sobre Fuster en el último Albacete-Las Palmas. - Foto: José Miguel Esparcia.

Los jugadores y técnicos están poniendo todo de su parte para intentar concluir una liga que es todo menos normal. El último Albacete-Las Palmas volvió a poner en evidencia la distorsión que padece una competición cuyos organizadores no reparan en medios para ejecutar el plan trazado, cueste lo que cueste. Así las cosas, el Albacete-Las Palmas respondió más o menos a lo observado en otros compromisos. La preparación, que se realiza paralelamente a la propia competición, da lugar a un espectáculo en el que abundan las imprecisiones, la descoordinación en los movimientos, las entradas a destiempo, el sobreesfuerzo, el endurecimiento del juego y un aumento del riesgo de lesiones. Todo ello ofrece una dificultad extrema para conseguir la continuidad en el ritmo de juego, consistente en muchas ocasiones en quitarse la pelota de encima y buscar la aventura en alguna segunda jugada que explote al máximo el error del contrario. Este sucedáneo, que adultera la competición al relativizar la calidad de las plantillas y hace imposible la obtención de un bloque de jugadores que materialicen un plan, solo alumbra un producto gaseoso que se mantiene a flote con los paliativos de las rotaciones, las cinco sustituciones y las dos pausas de hidratación en los partidos. «Esto hay que sacarlo adelante como sea», subrayó el propio Lucas Alcaraz al término de la última experiencia en el Carlos Belmonte, adelantando el sufrimiento extra que vivirá su equipo, y todos los demás, en las siete últimas jornadas. En este sentido, la cuestión de los horarios, que agravará el riesgo físico, e incluso de salud de los futbolistas, parece haber saltado a la palestra en los últimos días, lo que sorprende en cierto modo habida cuenta de la hora de ruta diseñada por Tebas, en cuyas manos los propios clubes dejaron la configuración de la competición sobre la base de los intereses comerciales por encima de ningún otro. (MÁS INFORMACIÓN EN LA EDICIÓN IMPRESA)