El misterioso robo del 'Capón de Palacio'

inmaculada lópez / guadalajara
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El valioso cuadro de José de Ribera desapareció de la iglesia de Santa María de Cogolludo en después. Este enigmático robo fue atribuido a Erik 'El Belga', recientemente fallecido

El misterioso robo del ‘Capón de Palacio’ - Foto: Javier Pozo

El pasado 19 de junio, los medios  nacionales se hacían eco del fallecimiento de René Alphonse Ghislain Vanden Berghe, nombre real del conocido ladrón de obras de arte Erik El Belga, a quien se le acusa de más de 6.000 robos en toda Europa, una parte importante de ellos en España, donde se instaló en 1976 tras fugarse de la cárcel de Verviers.

Curiosamente, este amante de lo ajeno también dejó su huella en Guadalajara ya que todo apunta a que fue el artífice de uno de los robos de arte sacro más valiosos de cuantos acontecieron en la geografía provincial en las últimas décadas:el del cuadro Los preliminares de la Crucifixión de Cristo, de José de Ribera, de la iglesia de Santa María de Cogolludo. Afortunadamente, este maravilloso lienzo, enmarcado en la Escuela del Naturalismo Tenebrista del siglo XVII, fue posteriormente recuperado y puede contemplarse en todo su esplendor en una de las capillas laterales del templo.

Según detalla Inés Martín, responsable de la oficina de turismo de Cogolludo durante 22 años y gran conocedora de la historia y el patrimonio de la localidad, el robo de este importante cuadro tuvo lugar en la madrugada del día 18 de octubre de 1986. «En ese momento, el cuadro estaba en el retablo mayor. Los ladrones rompieron la puerta oeste de la iglesia por donde entraron, quitaron el cuadro del marco y del bastidor, lo enrollaron y escaparon por la Cuesta de los Moros hasta el Puente Repica, donde les esperaba el vehículo en el que huyeron», relata. Además, los cacos se hicieron con  un estandarte bordado en oro de la Cofradía de la Virgen de los Remedios, de escaso valor material pero muy querido por el pueblo,  y un bajorrelieve de la Presentación de Jesús en el templo. Estas dos últimas piezas jamás aparecieron.

La Guardia Civil no tuvo ninguna duda a la hora de atribuir el asalto a delincuentes «expertos». Aunque oficialmente nunca llegó a reconocerse, fuentes de toda solvencia atribuyeron a Erik El Belga un delito que tuvo en vilo a Cogolludo y a toda la provincia. «Se sabe claramente que el cerebro de la operación fue Erik El Belga. En aquellos años cometió atracos en muchas iglesias españolas. Lo que no se conoce con seguridad es si  estuvo físicamente en Cogolludo para robar el cuadro o mandó a sus secuaces a que lo hicieran porque hay que recordar que solía hacer muchos de sus trabajos por encargo, es decir, pagando a otros», recuerda Inés Martín.

En cualquier caso, lo que tiene muy claro esta experta en Turismo es que la recuperación, ocho meses después, del conocido popularmente como Capón de Palacio fue «una operación pactada». En concreto, la el cuadro apareció el 13 de junio de 1987 en el interior de una furgoneta que la Policía interceptó en Bilbao. Según Inés Martín tiene constancia, el Gobierno de entones –presidido por Felipe González– negoció la entrega del cuadro con el propio Erik el Belga, que en ese momento se encontraba detenido en la cárcel. «Se acordó una rebaja de la pena a cambió de la devolución del cuadro», asegura.

restauración. Lo cierto es que cuatro días después de ser encontrado en Bilbao, el lienzo hizo su entrada en Cogolludo ante la expectación y la alegría de los vecinos. Eso sí, estaba tan dañado, sucio y agrietado que el 20 de junio tuvo que ser enviado al Museo del Prado para su restauración. «Cuando terminó de restaurarse, el 28 de noviembre de ese mismo año 1987, se trasladó al Museo Diocesano de Sigüenza porque la iglesia de Santa María estaba en obras en ese momento y quisieron que estuviese protegido», aclara Martín. No fue hasta el 3 de agosto de 1995 cuando esta obra maestra del Barroco español regresó a su hogar. Esta vez, se optaba por colgarla en la pared frontal de la capilla de la nave del evangelio –cerrada por una verja forjada de principios del siglo XVI–, que fue debidamente iluminada y protegida por medidas de alta seguridad. Éste es el lugar donde hoy permanece esta joya pictórica para el disfrute de  los habitantes y turistas de la villa ducal.

Junto con el Palacio Ducal renacentista, Los preliminares de la Crucifixión de Cristo, de José de Ribera, El Españoleto, constituye uno de los mayores alicientes para visitar Cogolludo. «Hay gente que sabe de arte, que ha estudiado el cuadro y que viene a verlo con mucho interés  y hay otra mucha gente que no sabe previamente de su existencia y que se sorprende de que en un pueblecito tan pequeño tengamos un cuadro de tanto valor», comenta Sandra Martín, actual responsable de la Oficina de Turismo. Precisamente, el interior de la iglesia de Santa María es una de las paradas incluidas en las visitas guiadas que ofrece diarimente este servicio municipal y por las que pasan unas 9.000 personas cada año. De hecho, los pormenores de este lienzo, con dimensiones de 2,32 metros de alto por 1,74 de ancho, ocupan buena parte de las explicaciones que Sandra Martín brinda a los turistas de la localidad. «Es un cuadro que encierra mucho misterio porque dependiendo de la luz y de la perspectiva del espectador se pueden apreciar miradas y detalles diferentes», explica. Efectivamente, el cuadro pertenece a la época en la que el arte de José de Ribera supuso la reacción naturalista barroca frente al idealismo renacentista. Asimismo, muestra una clara influencia del maestro Caravaggio tanto en la técnica del claroscuro (el contraste de luces y sombras) como en la reproducción de los cuerpos, desgarrados, arrugados y decrépitos. Por otro lado, los visitantes conocen el motivo por el que esta pintura fue bautizada como El Capón de Palacio. «Hay varias versiones, pero lo más probable es que se deba a que el cuadro fue una donación de los duques de Medinaceli a la Iglesia y que, en reconocimiento por ello, se les entregara un gallo por Navidad, es decir, un capón», sostiene Sandra Martín.

Lo más importante es que esta bellísima obra de arte sobrevivió a las tretas de uno de los ladrones de guante blanco más mediáticos y polémicos de la historia reciente.